Sábado 06 de Octubre de 2007 Edicion impresa pag. 52 > Cultura y Espectaculos
Un homenaje nada común
Sin caer en frases hechas, "La razón blindada" rinde tributo a la imaginación. En la obra se unen el Quijote, Franz Kafka y narraciones de presos de la cárcel de Rawson.

CIPOLLETTI (AC).- Con la presentación de "La Razón Blindada", Malayerba demostró por qué es uno de los grupos de teatro más prestigiosos de Latinoamérica. También que es posible realizar un homenaje sin necesidad de caer en frases hechas transformando así el texto en un mensaje que trasciende el objetivo primero.

La obra está basada en el Quijote de Cervantes, la verdadera historia de Sancho Panza, de Franz Kafka y en las narraciones que realizaron algunos presos que estuvieron en la cárcel de Rawson durante los años 70. Entre ellos Chicho Vargas, hermano del autor.

Todos los domingos, al atardecer, dos presos políticos presionados por las circunstancias emocionales y físicas, se juntan para contarse la historia de Don Quijote y Sancho Panza reinventándola una y otra vez.

Con los pocos recursos que tienen se dan cuenta que ésta es la única manera de mitigar y sobrevivir al dolor y al sinsentido: exiliarse en el lugar de la sinrazón, dolor y el sinsentido: exiliarse en el lugar de la sinrazón.

Con las actuaciones de Arístides Vargas -también autor- y de Gerson Guerra, la obra oscila entre la sensación de opresión y la libertad que implica el imaginar otra realidad. Continuamente los personajes cambian. Los textos se transforman en monólogos y el humor y el absurdo juegan un papel indispensable para liberar no sólo a los personajes sino también a los espectadores.

La imaginación es llevada al límite. Sólo los actores con tres mesas y dos sillas, que giran, que se mueven, que se transforman en los molinos de viento contra los que pelea el Quijote y su fiel ladero Sancho. Todo el tiempo sin detenerse porque detenerse implica aceptar que uno puede dejar de estar. Que finalmente los otros ganaron.

Vargas escribió la obra también como un desafío. En un encuentro de teatro en España le pidieron un ejercicio en torno al Quijote y Sancho Panza. El estaba en Trelew porque quería reconstruir el viaje del padre cuando iba a visitar a su hermano a la cárcel y aceptó.

La idea era crear una ficción donde no hubiera ninguna referencia física que pudiera remitir a una cárcel, explorar la vigilancia y el control sin necesidad de decir nada más.

Actualmente Vargas reside en Ecuador, aunque nació en Córdoba y vivió en Mendoza hasta los 21 años cuando, a tres días del golpe militar del 76 debió exiliarse.

Este hecho marcó su dramaturgia y el eje de sus obras que giran en torno de la memoria, al desarraigo y la marginalidad.

Vargas dirigió importantes grupos y compañías latinoamericanas, entre las que destacan la Compañía Nacional de Teatro de Costa Rica, el grupo Justo Rufino Garay de Nicaragua, el grupo Taller del Sótano de México, la compañía Ire de Puerto Rico.

Es fundador de Malayerba uno de los grupos más prestigiosos de América Latina.

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