Viernes 05 de Octubre de 2007 Edicion impresa pag. 47 > Cultura y Espectaculos
Cuando lo bueno se acerca a la perfección
Las hermanas de origen coreano, Berenice y Philomela, alcanzaron con su recital uno de los momentos culminantes del festival que termina mañana.

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Dicen que lo perfecto es enemigo de lo bueno pero, raramente, lo bueno, de tan bueno, se acerca a lo perfecto. La presentación de las hermanas Berenice y Philomela Terwey en la XV Semana Musical rozó ambos extremos y el público que llenaba el salón Llao Llao se deshizo en aplausos.

No era para menos porque las dos jóvenes artistas hubieran recibido máxima puntuación en todas las categorías, de haberse tratado de una competencia. Virtuosismo, precisión y una expresividad densa, exquisita, sostenidos desde la primera a la última obra pueden señalarse en la valoración estrictamente musical con que interpretaron el repertorio elegido: Sonata N° 1 en La menor, Op. 105 de Robert Schumann; Sonata en Sol de Maurice Ravel y, en la segunda parte, Sonata N° 9 en La mayor, Op. 47 "Kreutzer" de Ludwig Van Beethoven.

Sin embargo, los méritos de las hermanas de origen coreano, aunque educadas en

Alemania, no se limitaron al mundo de lo auditivo. El cuidado acento en lo visual las mostró vestidas de largo, en un rojo cereza, que contrastaba con la piel blanca y el brillante pelo renegrido. Algo muy agradable de ver bajo los "spots", junto al piano laqueado de gran concierto.

Mención ineludible merece asimismo el sonido que producía el violín de Antonio Stradivari (1698) que toca Berenice Terwey.

El instrumento, una joya de colección que permaneció por años en una caja fuerte, fue puesto a disposición de la artista de por vida por un mecenas al que conmovió profundamente por sus cualidades interpretativas y personales.

Digna de destacar también, la generosidad que suele retacearse para los bises de recitales de música clásica con que las Terwey respondieron a la ovación dispensada por el público. Para deleite de todos, salieron nuevamente a escena y entregaron una incomparable versión de "Tzigane" de Ravel.

El aplauso interminable tuvo un segundo premio, el nocturno "Consolación", de Franz Liszt, que la gente recibió como una última caricia.

Noche memorable de esta XV Semana Musical.

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