La razón de que los partidos políticos sean reconocidos como instituciones de la democracia es la de garantizar que su propia vida interna sea democrática. Lo contrario implicaría el sinsentido de reconocer y proteger mecanismos antidemocráticos de manipulación de la voluntad y de la participación. Y está claro que las normas nunca pueden amparar lo antijurídico.
Pero la vida interna de los partidos dista de ser democrática en la mayoría de los casos. Y sus relaciones hacia dentro o con los otros suelen ser tan complejas, que no es fácil interpretar o predecir los efectos de las acciones.
Lo que hoy parece un consenso, poco tiempo después evidencia no ser más que un desacuerdo soportado temporariamente, hasta que las circunstancias favorezcan la protesta o los efectos sean insoportables para muchos.
Ese parece el caso en el radicalismo de Río Negro.
La decisión de un sector de la cúpula del radicalismo rionegrino de adherir a la fórmula presidencial encabezada por Cristina Fernández de Kirchner le provoca por estos días un dolor de cabeza al gobernador Miguel Saiz y al estrecho grupo de colaboradores con peso en sus decisiones políticas.
Si su súbita transmutación fue vista hace unos meses como una viveza destinada a neutralizar el vacío de poder nacional del radicalismo y a capitalizar parte de la intención de voto favorable del kirchnerismo, ahora Saiz y su gente pagan los costos de ello.
El primer golpe público fue cuando se conoció que la Concertación no inscribió la fórmula presidencial Cristina-Cobos como propia, sino que sólo fue inscripta por el Frente para la Victoria. El que acusó el golpe fue Pablo Verani quien, al igual que varios intendentes y presidentes de comités partidarios, no comparte la idea de subordinarse a adversarios históricos, aun cuando ésa haya sido la decisión de la conducción partidaria provincial. El "síndrome" del Pacto de Olivos pesa todavía sobre la imagen del ex presidente Raúl Alfonsín. Y Verani no dejó de recordarlo.
Esta semana, y a medida que se sumaban otras voces críticas como la de los intendentes de Viedma, Jorge Ferreira, y de El Bolsón, Carlos Romera se difundió el modelo de la boleta que estará en el cuarto oscuro el próximo 28 de octubre en el tramo presidencial. Este no conforma las expectativas del radicalismo provincial por el reducido tamaño en que se muestra el logo de la Concertación.
Se confirmó también que la boleta del tramo correspondiente a la fórmula presidencial será igual para todos los partidos que la acompañan. Es decir, que recién en el segundo tramo de candidatos a senadores nacionales habrá diferencias entre aquella que propone a Miguel Pichetto que sería el "Frente para la Victoria auténtico" con aquella que impulsa a Pablo Verani y que constituye el "Frente para la Victoria por accesión".
No resulta sorpresivo que el kirchnerismo haya ejercido el poder que Saiz y los suyos le han otorgado al subordinarse a su conducción. Y en esto no influye si tal subordinación devino de la sincera adhesión ideológica y "programática" palabra tan en boga o si, en cambio, derivó de la conveniencia o la especulación electoralista. Mal puede ahora Saiz reclamar que se distinga lo que él mismo mezcló por decisión política plenamente consciente.
No cabía esperar otra cosa: Kirchner ha demostrado no sólo un cerrado personalismo, sino cierta impiedad con los que a su juicio se muestran débiles en política o no sirven a sus fines.
Y no sólo el presidente. Días atrás, el radical Cobos visitó Neuquén y, pese a la cercanía, no pasó por Río Negro ni convocó a Saiz o a sus allegados a participar de sus actividades.
El tema es que los sucesos de esta semana han tenido a Saiz en posición incómoda: disgustado con el presidente, y a la vez siendo objeto él mismo del malestar de dirigentes y militantes rionegrinos de su partido.
Quien con más énfasis expresó su malestar fue el siempre vehemente Pablo Verani, que puso el grito en el cielo al oír que la estrategia de campaña incluía un afiche con su foto junto a la de la primera dama. Públicamente sólo dijo que no le convence ninguno de los dos candidatos a presidente que impulsa su partido, en alusión a Roberto Lavagna, propuesto por la conducción nacional de la UCR, y a Cristina Kirchner, respaldada por Saiz y otros radicales disidentes. Pero cuentan los que saben que dijo cosas mucho peores en la intimidad.
En un segundo plano de exposición pública, otro tema que se complica para el partido en el gobierno en Río Negro es la relación con la intervención dispuesta por la Unión Cívica Radical en la provincia.
Los interventores Gauna y Moure resistieron la primera semana, que fue la peor, y ahora se abocaron a las tareas administrativas y de organización.
Si bien el gobierno pretendió presentar la intervención como un gesto autoritario, no pudo hacer más que diatribas "para la tribuna", puesto que en un partido nacional, los distritos provinciales tienen vedado desobedecer estrategias partidarias definidas orgánicamente, mientras que la conducción sí está habilitada para "ponerlos en vereda" por la vía de la intervención.
Mirando a Roca
Con los ojos de la provincia puestos en la elección municipal de Roca, el clima político se templa para lo que será, dentro de un mes, la definición de presidente y vice para los próximos cuatro años.
En Roca están en juego hoy directa o indirectamente varios de los factores de poder que tendrán gravitación en los próximos tiempos en Río Negro.
Quien gane y quien pierda serán mucho más que un nombre: la jornada comprenderá la asignación de un capital político a personas y sectores y la fragilidad de quien no reúna el suficiente aval electoral en la ciudad de la que provienen el gobernador actual, el anterior, y quien en la actualidad se muestra como su principal oponente.
ALICIA MILLER
amiller@rionegro.com.ar