Domingo 23 de Septiembre de 2007 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
Afganistán, desde los ojos de una niña
En San Sebastián se presentó ayer el filme iraní "Buda explotó de vergüenza".

SAN SEBASTIáN (DPA) - Ni siquiera ha cumplido 20 años, pero la iraní Hana Makhmalbaf hace honor a su estirpe de cineastas y escritores con "Buda explotó por vergüenza", un devastador y emocionante cuento interpretado por niños que, a modo de espejo, refleja la situación en Afganistán.

La hija de Mohshen Makhmalbaf ("Kandahar") y la hermana de Samira ("La pizarra") escenifica una fábula sobre la destrucción de una cultura a través de una niña que vive en las cuevas junto a las enormes estatuas de Buda que los talibán volaron por los aires en la ciudad afgana de Bamiyan.

"Si los niños aprenden la violencia y se acostumbran a ella, el futuro del mundo está en peligro", dijo la directora, que no compareció en la rueda de prensa con velo, pero sí cubrió parte de su cabello con una moderna gorra. "No quería utilizar propaganda frente al terrorismo, lo que quería decir era que la generación de adultos se ha olvidado de lo que es el efecto de su mundo sobre los niños", añadió.

La realizadora, nacida en Teherán en 1988, explicó que durante las dos últimas décadas hubo grandes masacres en esta ciudad y esa violencia ha pasado a formar parte de sus juegos. "Cada país que ha venido a rescatar esta ciudad, esta sociedad -primero los comunistas rusos, luego los talibán y ahora los estadounidenses- primero lo destruyó todo y luego no tuvo tiempo para reconstruirlo", señaló Makhmalbaf, que a los 14 años ya rodó su primera película, un documental. "Los niños de Afganistán no son como los niños estadounidenses que han visto la violencia en la televisión, ellos la han experimentado. Han visto cómo decapitaban a sus padres o cómo asesinaban a niños mientras su madre les alimentaba", explicó la cineasta sobre su primera película de ficción.

En "Buda explotó por vergüenza", la protagonista es una niña de seis años que tiene que quedarse en casa cuidando de un hermano, un bebé de apenas un año. La pequeña oye a un vecino de su edad recitar el alfabeto y decide ir también a la escuela, para aprender historias divertidas, como la que ha aprendido a leer su vecino en un cuadernillo. Entonces em

prende toda una odisea para intentar llegar a la escuela.

Los intentos de la niña para comprar un simple cuaderno y un lápiz se convierten en una metáfora de los obstáculos que se le presentan a una mujer para acceder a la educación.

Aunque no quiso hacer comentarios políticos sobre la situación del régimen islámico que gobierna Irán, la cineasta comentó además que la situación de las mujeres en su país le recuerda a un muelle, "cuanto más las aprietas, más fuerte rebotan después".

"Éste es un buen ejemplo para Afganistán e Irán, (las mujeres) han sufrido mucho y tiene mucho que contar. Esta película fue rodada en Afganistán pero es acerca de las dos sociedades, porque son bastante semejantes", señaló.

Con una audiencia para la que el analfabetismo remite a historias de siglos pasados, Makhmalbaf recuerda que aprender a leer sigue siendo una hazaña en algunos países. La cineasta entronca así con la preocupación por la educación que se ha mostrado en los trabajos cinematográficos de su familia.

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