Sábado 22 de Septiembre de 2007 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
"A ver si aprendo de una vez por todas"
El genial pianista, participó del "Café de los maestros" que formó el año pasado Gustavo Santaolalla con todas las glorias del tango, se presentará esta noche dentro del Ciclo de Conciertos que organiza la Casa de la Cultura de General Roca.

Nacido en Buenos Aires, Emilio de la Peña es uno de los mayores exponentes del tango. Compuso un sinnúmero de obras y a la hora de interpretar, además de las propias y elige a Aníbal Troilo, Héctor Stamponi, Pedro Laurenz, Mariano Mores, Horacio Salgán... Tiene editados tres compactos y ha finalizado la grabación de un cuarto. Con Oscar Alem, grabó el primero, para un sello español, que tuvo amplia repercusión en Europa. Con el trío que completan Juan Carlos Varela en voz y el contrabajista Matías González, concretaron "Este tango es otra historia", en setiembre del 2005; donde también aparecen temas de Osvaldo Pugliese, Homero Manzi, de las duplas Gardel-Lepera, Cobian-Cadícamo, Héctor Negro-de la Peña y "La comparsita" de Gerardo Hernán Matos Rodríguez.

Emilio vive en La Paternal y creció en la orquesta barrial que su padre tenía en los años cuarenta, tocó en las matineés del Tango Bar, y en los ochenta, apadrinado por Manolo Juárez, se midió con el maestro Salgán, Mono Villegas, Dante Amicarelli y el Cuchi Leguizamón. Toca desde los siete y suele usar el latiguillo "cuando sea grande voy a ser famoso", para bajar el perfil. A los quince, ya estaba con orquestas en el Marzotto, el Nacional y en el Ebros Bar. Pero, en tiempos de crisis, dejó la música como profesional y se refugió en su taller industrial, era "el tornero que toca el piano", como lo presentó Manolo Juárez en sociedad.

"Cuando era jovencito (cumple 78 en noviembre) escuchaba la primera formación de Troilo que me llevó directo al tango, lo tomé como ejemplo. Pero, también me cautivó la "Sinfonía Inconclusa" de (Franz) Schubert que me hizo escuchar mi papá. Me vacunó de una (reímos). Luego vino (Federico) Chopin, (Juan Sebastián) Bach y los clásicos. Elegí el tango porque siempre me gustó investigar un poco más sobre lo tradicional e inclusive estudié Armonía con los maestros Juárez y (Juan Carlos) Cirigliano. Todo lo que pude haber rendido como músico, se me ocurrió para nuestra música. Toqué otros géneros, pero si puedo aportar al tango, lo hago fanáticamente como ocurre en Brasil con el bossa nova y en Estados Unidos con el jazz."

- ¿Cómo logró mantener esa tendencia?

-La música del tango no tiene un predicamento semejante al del baile; por éste último, se está haciendo muy popular en el mundo. Lo cual no quita que haya una cantidad de obras de altísimo nivel compuestas en Argentina. Tenemos producciones de Mariano Mores, Troilo, Salgán, Piazzolla, Virgilio Expósito, estaría un año nombrando compositores. Su capacidad nos supera aún hoy. Me estoy arriesgando a decirlo así, porque no estoy conforme con lo que sucede últimamente. Por ejemplo, en Bariloche, se han perdido a Hernán Lugano por una punta de años que emigró a Europa para que lo reconozcan acá.

- Camino recorrido por muchos artistas argentinos.

-Bueno, yo he ido a tocar contratado a España, lo cual no me agregó mucho que digamos. Pero tuve la inmensa satisfacción de que me lleve un músico de Barcelona, Tete Montoliu (1933-1997), un jazzista de aquellos. Acá mismo, en mi país, no tengo grandes propuestas. Yo formaría un conjunto, pero no hay cómo mantenerlo. A gastas si tengo un trío. Voy a llevar una placa que grabamos para que Andrés Fuhr...

- Contrabajista.

-¡Y qué contrabajista! Inclusive lo fue de Lugano. Si tenemos suerte, vamos a ver si los últimos temas los toco con él. Tengo muchas ganas y sería un gustazo para mí.

- ¿Se lo propuso?

-Lo estuvimos conversando. El me dice, con mucha prudencia, que siempre fue un sesionista de jazz. Pero en mi anterior visita a Roca hice una clínica e improvisamos ahí; busqué un tema para demostrar a los alumnos concurrentes que cuando uno se maneja con el cifrado, puede improvisar. Y elegí "Caminito" de Juan de Dios Filiberto, ¿quién no lo conoce? El asunto está en no complicar la cosa, sino en facilitarla. Y salimos airosos de esa.

- ¿Va a dar una clínica en esta oportunidad?

-Supongo que sí. Estoy preparado para ello. Me voy con elementos para conversar un rato con los músicos de la región. Sé que los hay muy buenos. Lo que pueda aportar a nivel técnico, mejor.

- ¿Qué le falta al tango, para ocupar internamente el lugar que en el exterior tiene?

-Deberíamos cultivarnos un poco más en cuestiones armónicas. No hablo de la generalidad de los músicos porque los hay magníficos. Nombro algunos, Pablo Mainetti, bandoneonista, o Nicolás Ledesma y Cristian Zárate, son una pila. Pero la música que se difunde -cuando la difusión no está a favor de lo cultural sino de lo comercial- no los tiene en cuenta.Yo no tengo mucha historia en el tango, pero llegué a tocar en el Teatro Colón el año pasado, con el programa que armó Gustavo Santaolalla. Emilio se refiere a "Café de los maestros" que reunió a glorias tangueras que actuaron en vivo, Mores, Salgán, Virginia Luque, Gabriel "Chula" Clausi, Atilio Stampone, Osvaldo Requena, Leopoldo Federico, y Oscar Ferrari. Tengo sesenta años con la música, aunque mi vida se desenvolvió en el campo industrial. Siempre fui ingeniero de desarrollo, manejé todas las máquinas. Llegó un momento en que decidí dedicarme sólo al tango y me olvidé de los fierros. Estoy un poco grandecito, pero espero vivir setenta y ocho años más, para ver si aprendo de una vez por todas.

 

EDUARDO ROUILLET

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