Dario Diament, columnista de "La Nación" residente en Estados Unidos, escribió en una reciente entrega de sus "Crónicas norteamericanas" respecto de algunas "Maquinaciones sobre el 11 de setiembre". Se refiere a las teorías conspirativas que, en sorprendente abundancia, han invadido el ciberespacio y las librerías estadounidenses y que cuestionan el informe oficial sobre el atentado que redujo a polvo las Torres Gemelas. Hay dice nada menos que seis millones de sitios y tres mil libros que defienden tales cuestionamientos.
El columnista descarta de plano una de tales teorías, la que habla de una conspiración sionista, basada en que unas 400 personas de origen judío no fueron a trabajar ese día a las torres. Es inimaginable que se haya podido mantener el secreto entre tanta gente que recibió el aviso de no ir a trabajar porque algo pasaría, sin contar con que hubo 400 judíos que murieron en el atentado.
Hay además una película, "Loose Change" (cambio chico), dirigida por el documentalista Dylan Avery, terminada en abril del 2005 y que, obviamente, no ha tenido la difusión masiva que brindan las grandes distribuidoras.
El filme sostiene que el ataque fue planeado y puesto en práctica por sectores del gobierno de los Estados Unidos con el fin de justificar las invasiones a Afganistán e Irak. Por cierto, como también hubo una ofensiva propagandística dirigida a convencer a la opinión pública mundial de que Irak poseía armas de destrucción masiva, cuesta creer que sólo una parte del gobierno, sin conocimiento del presidente Bush, haya sido la responsable de todo.
Diament detalla las presuntas anomalías señaladas en el documental de Avery. En primer lugar, la de que no fue el choque de los aviones, sino explosivos, la causa del derrumbe de las torres, porque únicamente un estallido en la base pudo producir la caída vertical. También dice que el incendio desatado en los pisos superiores por el combustible de los aviones no pudo generar el calor suficiente para derretir las vigas de acero. El filme cuestiona igualmente los capítulos del informe oficial referidos al vuelo que impactó en el Pentágono y al que cayó en Tennessee.
En Yahoo destaca el trabajo del físico Steve Jones, profesor de la universidad mormona Brigham Young, del estado de Utah, quien sostiene que "nunca ningún edificio de estructura de acero colapsó debido al fuego, antes o después de las torres del World Trade Center". Asegura que, en cambio, "los explosivos pueden romper con eficacia las columnas de acero".
También advierte Jones que "un derrumbe por causas no explosivas típicamente amontona virutas de concreto roto", en tanto "la mayoría del material de las torres fue convertida en harina, como polvo, mientras los edificios estaban cayéndose". Se pregunta: "¿Cómo podemos entender este comportamiento extraño, sin explosivos?".
En otra parte se refiere a un párrafo del informe relativo a que los soportes de acero "en parte se evaporaron". Dice al respecto que para evaporar el acero se requieren temperaturas no inferiores a los 2.760 grados centígrados y que el combustible diésel de los aviones no puede producir temperaturas tan altas. Sostiene que "el metal fundido encontrado en las ruinas del WTC pudo haber sido el resultado de una reacción de alta temperatura de un explosivo normalmente usado como el thermite".
Jones pertenece a un grupo de 50 académicos y expertos del que forman parte James Fetzer, profesor emérito de la universidad de Minnesota Duluth; Jamnes Bowman, ex director del programa de defensa de los Estados Unidos conocido como "Guerra de las Galaxias", y Morgan Reynolds, ex jefe de economistas del Departamento del Trabajo durante la primera presidencia de George W. Bush.
Diament cree que estas dudas deben ser tenidas en cuenta. Según una encuesta del año pasado, un 36% de los consultados creyó posible que funcionarios del gobierno hayan estado involucrados en el ataque. Alude también al dictamen de un grupo de expertos convocados por la revista "Mecánica Popular" que refutó las teorías conspirativas pero estimuló el debate.
El columnista de "La Nación" tampoco puede creer en una conspiración tan complicada y de alcances tan criminales. Dice que "es probable que el cine y la literatura hayan contribuido a crear la impresión de que poderes siniestros armados de vastos recursos operan desde las sombras. No es continúa que los poderes siniestros no existan, pero es difícil imaginar que los responsables de la torpe y bochornosa aventura iraquí sean los mismos que planificaron una operación tan brillante, compleja y enmarañada como la que imaginan los teóricos conspirativos".
Sí, es difícil. Pero uno no puede dejar de preguntarse si es verdad que un simple incendio puede convertir el acero en vapor.
JORGE GADANO