Jueves 20 de Septiembre de 2007 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
MEDIOMUNDO: Casualidad

¿Será una casualidad que tú y yo nos hayamos encontrado en un lugar del infinito? ¿Será así de sencillo?: un gesto del destino. Un truco barato de mago sin capa. Un eclipse sobre papel celofán.

Pretendo saber que no. Aunque me resulta difícil creer que no hay más que un caótico y simple cálculo de probabilidades en esto que llamamos vida.

He terminado por aceptar que cada momento tiene su canción de fondo. Su banda de sonido original. De tal forma que un puñado de acordes puede hacer más dulce el dolor de la espera o la desesperación de amar a quién no te corresponde. Y quién sabe cuantos otros pesares.

Quizás, y lo digo por puro ejercicio retórico, un paso sea acompañado del siguiente merced a la austera ley de la causa y el efecto. Pensado así, el amor, como el odio, la indiferencia como la compasión, estarían definitivamente atados igual que el mecanismo de un reloj. Nada más, nada menos sobre el tablero de los acontecimientos. Frío, simple como un whisky en las rocas.

¿Será casualidad que seamos amigos o enemigos o padre e hijo, o sobrina y sobrino, o hermanos de la misma o distinta sangre?

Acaso exista la remota chance de que hayamos escrito el texto de nuestros diálogos allá en el circo de los cielos y en el idioma de los ángeles.

¿Será casualidad que esta tarde de cielos azules me haya acordado de ti como si fueras el último habitante del planeta? ¿O que odiar o desearnos sea la resultante de una decisión tomada mil años antes de nacer?

Qué tonterías digo. No hay asunto más fútil que creer en marcianos. Aunque, según recuerdo, un amigo, Jorge, que es más lúcido que la mayoría de los hombres que conozco, me ha explicado que después de extenuantes meditaciones en el vacío, parados de cabeza y en pañales, los hinduistas llegaron a la conclusión de que una energía lo mueve todo (si, ya imagino tu cara de sorna) y que "esa" energía tiene un propósito.

No sé, amiga, amigo, hermano, primo querido, estimado enemigo, como Norah Jones dice en su canción que acompaña mis actuales días, yo también lo ignoro todo salvo que hay noches en que tu compañía a lo lejos es el pretexto suficiente para seguir adelante.

Entre copa y copa, no puedo dejar de pensar en la extraña posibilidad de que tal vez nos hayamos elegido el uno al otro.

 

CLAUDIO ANDRADE

viejolector@yahoo.com

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