En total de 540.537 ciudadanos patagónicos fueron habilitados para emitir su voto en 1983. La concurrencia electoral fue masiva. El presentismo varió poco, del 85 al 90%. Los sufragios positivos fueron del orden del 95%, exceptuando el territorio más austral que observó un llamativo 20% de votos en blanco. El aquellos comicios los electores patagónicos se volcaron masivamente a favor de Raúl Alfonsín. El panorama de gobernadores electos resultó variado. Río Negro y Chubut acompañaron el triunfo nacional del radicalismo. Santa Cruz fue para el candidato del peronismo. El MPN ganó en Neuquén y, por tercera vez, Felipe Sapag fue elegido gobernador.
Veinticuatro años más tarde de aquellas elecciones fundacionales, el registro electoral patagónico sumo algo más de 800.000 nuevos electores. Tierra del Fuego en 1991 obtuvo el estatus de provincia experimentó el mayor crecimiento, de poco más de 15.000 en 1983 a unos 92.000 votantes. Si bien durante el resto de la década del ochenta los porcentajes de asistencia a los comicios se mantuvieron similares a los de 1983 superiores al 80% la situación cambió a mediados de los años noventa, arribando en el 2007 a un promedio levemente inferior al 70%. Algo similar sucedió con quienes decidían concurrir a los comicios para negarles el voto a los distintos candidatos.
El voto en blanco y, sobre todo, el sufragio nulo tuvieron su mejor performance en los comicios del 14 de octubre de 2001, con un promedio cercano al 25% en toda la región. Sin embargo, ya en las legislativas nacionales de 1999 habían superado en conjunto el 10% de los votantes. Las ciudades de Bariloche, Neuquén y Ushuaia se destacaron por un votante inestable y desafecto frente al acto electoral. En los comicios ya realizados de este año el votonulismo y el votoblanquismo se redujeron significativamente, a un tercio con respecto al año 2003 cuando orilló el 15% del total. Como en el resto del país, esas conductas electorales han sido reemplazadas por la retirada del ciudadano de las urnas.
A partir de 1983 las provincias patagónicas sumaron nuevos ingredientes a su política doméstica. Las coaliciones electorales fueron parte de esas novedades, además de hombres políticos que se convirtieron en políticos itinerantes. Esos frentes electorales no siempre iban en un mismo sentido. Partidos que en una contienda se enfrentaban al oficialismo provincial, transcurridos uno o dos turnos electorales podían encontrar como nuevos socios a aquellos que antes habían sido sus contrincantes. De allí que se fuera produciendo un panorama confuso para algunas franjas de electores, expandiendo la "fatiga cívica" y con ello el abstencionismo.
Sucedidas las primeras elecciones provinciales hubo otro cambio significativo en el comportamiento de los partidos políticos. Ocurrió también durante la década del noventa. Los de carácter nacional UCR y PJ empezaron a desempeñarse como entidades meramente provinciales. Estos partidos, igual que otros de origen provincial, se transformaron en verdaderas coaliciones regionales y de agregación de líderes municipales. Con ello se reflejaba parte de la realidad de las provincias patagónicas de una política centrada en los asuntos locales.
El peso de las realidades locales incrementó a su vez el rol de los intendentes en la política provincial. La mayor parte de los nuevos gobernadores de principio de los noventa fueron jefes municipales: Jorge Sobisch, Pablo Verani, Néstor Kirchner, entre otros. Y en la próxima contienda santacruceña, el intendente riogalleguense Eduardo Costa estará compitiendo por el Ejecutivo provincial.
Otro comportamiento característico de este período fue la presencia de firmes conducciones que personalizaron en exceso la actividad política: Felipe Sapag y Jorge Sobisch para Neuquén, Horacio Massaccesi y Pablo Verani en Río Negro, Arturo Puricelli y Néstor Kirchner en la política santacruceña y, para el mundo chubutense, Carlos Maestro y Mario Das Neves. En territorio fueguino el panorama fue más variado, dando lugar a la caída y advenimiento de figuras diversas como la emergencia de Fabiana Ríos. Esos liderazgos se destacaron por el extremo individualismo de una conducción centralizada y un tipo de gobierno hiperactivista, que siempre procuró tener un absoluto control de las iniciativas políticas y con ello la imposición de un estilo decisionista.
Algunos de esos gobiernos surgieron en contextos críticos, logrando sus mandatarios un estilo exigente y urgente que nunca abandonaron, aun pasados los momentos de crisis. El santacruceño Néstor Kirchner, que asumía después de una situación de ingobernabilidad por la caída de la administración de Ricardo del Val, se tornó en paradigma de este estilo. Gran parte de la convulsionada historia de los últimos cuatro años para esa provincia se explica por la incapacidad de sus nuevos gobernantes de alejarse de esa fórmula de ejercicio del poder.
Durante los años noventa un conjunto de nuevos agrupamientos crecieron en sus pretensiones regionalistas, como el caso del Movimiento Popular Patagónico de Río Negro. Sin embargo esas fuerzas de reciente creación y otras más antiguas Partido Provincial Rionegrino, Acción Chubutense, entre otros fueron perdiendo potencia electoral cuando no diluyéndose en alianzas efímeras. Algunos se reconstituyeron como parte del mundo nuevo de las listas colectoras, como el PPR. Pocos de estos agrupamientos, a los que se deben sumar las delegaciones locales del Frente Grande, pudieron constituirse en terceras fuerzas con poder efectivo, salvo en determinadas coyunturas electorales.
Los veinticuatro años de sucesivas contiendas electorales no conocieron el juego de la alternancia partidaria en Neuquén, Río Negro y Santa Cruz. Aunque esto pudo darse parcialmente con el cambios en los liderazgos. El más notorio resultó el caso neuquino, donde el viejo tronco de los Sapag perdió el control a manos de Jorge Sobisch y, recientemente, parece haberlo recuperado un nuevo Sapag. Donde sí hubo alternancia fue en Chubut, cuando el justicialismo, primero con Néstor Perl, impidió en 1987 la continuidad de la UCR al frente del Ejecutivo provincial para luego ser derrotado dando lugar a tres turnos consecutivos en favor del radicalismo. En el 2003 el peronismo chubutense regresaba al gobierno bajo la figura de Mario Das Neves, quien con su reciente triunfo tiene asegurado un nuevo tiempo hasta el 2011. En Tierra del Fuego hubo una mayor alternancia política. La gobernación pasó de manos del Movimiento Popular Fueguino con dos mandatos seguidos entre 1991 y 1999 al justicialismo y, a partir del 2003, al radicalismo. Cuatro años más tarde, Tierra del Fuego le da al ARI el primer distrito para gobernar.
Dejamos para otro momento la presencia nacional de la política patagónica. También el próximo capítulo electoral presidencial y el aún restante de la provincia de Santa Cruz para dar cuenta del necesario balance final. Aun sin esta información, podemos señalar que las mayores novedades resultaron ser el triunfante ARI en el más austral de los distritos y la debutante colectora Proyección Vecinal de Chubut, que aseguró el contundente triunfo de Das Neves y se alzó con varios municipios en la provincia.
GABRIEL RAFART (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Profesor de Derecho Político de la UNC.