EZEQUIEL FERNANDEZ MOORES
Si hubiese sucedido en River, por ejemplo, ya habría fiscales interviniendo y los noticieros nacionales con móviles en el lugar. Pero no. Ocurrió en Newell's, feudo de Eduardo López, presidente del club. Es violencia, pero de clase menor.
El entrenador Pablo Marini terminó la conferencia de prensa el domingo, después de la derrota en el clásico ante Rosario Central, debió pasar por el gimnasio y, al advertir la presencia de una veintena de barras, se metió en el consultorio médico, que está previo al vestuario.
Los barras lo siguieron y Roberto "Pimpi" Camino, llamativamente sin policías a la vista, le exigió primero la renuncia, Marini tuvo la osadía de responderle que no era él quien podía echarlo y el barra le tiró entonces un cabezazo. La crónica de estos hechos no es fácil de encontrar en algunos medios rosarinos, en los que López también manda.
Marini, como se preveía, comunicó oficialmente su renuncia ayer al presidente López, mientras suena ahora el nombre de Reinaldo Merlo luego de que Jorge Burruchaga y Antonio Mohamed declinaron sendas ofertas. A ellos, al menos, no les ofrece el cargo el "Pimpi" Camino.
El barra ya había llamado hace un tiempo al actual volante de San Lorenzo, Santiago Hirsig, proponiéndole jugar en Newell's. Hirsig no podía creer que la oferta le llegara de boca del jefe de la barra. Pero no debería haberse sorprendido. El Pimpi, se afirma en Rosario, se ocupa a que dentro del estadio jamás haya protestas contra López. Ni en el estadio ni tampoco frente a la AFA, como ocurrió hace unos meses en Buenos Aires, cuando disolvió a los quejosos a los golpes y amenazas.
A cambio, tiene entradas, viajes y, según diversos informes, hasta porcentajes en la venta de jugadores. No es extraño en un club como Newell's, donde una madre denunció hace un mes al coordinador de divisiones inferiores, Sergio Almirón, ex integrante de la selección que ganó el Mundial 86, de exigirle dinero a cambio de que su hijo fuera incluido en el plantel de Primera.
¿No hay en la Argentina un sindicato que agrupe a los entrenadores? ¿No tiene ese sindicato nada para decir sobre este tema? ¿Y los jugadores? ¿Tampoco ellos? ¿Y la AFA? ¿No sigue siendo López dirigente en la AFA, no obstante los procesos judiciales en su contra?
Ninguna lucha contra la violencia en el fútbol puede ser seria si se dejan pasar situaciones como estas. Pero a quienes denuncian no les va bien. El periodista Carlos Del Frade, denunciante crónico de las tropelías cometidas tanto en Newell's como en Rosario Central, corre riesgo de ser condenado judicialmente. La corporación del fútbol se cuida a sí misma. Y luego presta su rostro compungido cuando la apretada se convierte en muerte.