De confirmarse los resultados que, en vista de la distancia escasa que separa al kirchnerista Jorge Capitanich del radical Angel Rozas, aún son provisorias de las elecciones que se celebraron el domingo en Chaco, aquel deberá su triunfo a la ayuda que le brindó Ricardo López Murphy, ya que fue gracias al puñado de votos que le aportó Recrear, el partido de uno de los adversarios más contundentes del gobierno nacional, que habrá derrotado por una diferencia mínima a su contrincante.
En Chaco se hizo uso de una versión local de la ley de lemas, según la que Capitanich se vio beneficiado por siete "listas colectoras", algunas de derecha y otras de izquierda, que, para sorpresa tanto de los radicales como de los encuestadores, le dio lo suficiente como para alcanzar a un rival que hasta el último momento imaginaba que se impondría por un margen muy amplio de más de diez puntos. Asimismo, conforme a las encuestas boca de urna la victoria radical pareció asegurada, pero desgraciadamente para Rozas, una vez más se equivocaban.
El ex titular de la UCR no fue el único que se sintió sorprendido por el presunto triunfo del peronista. También suponía que el radicalismo saldría airoso el presidente Néstor Kirchner, motivo por el que se cuidó de visitar Chaco para respaldar a Capitanich por temor a verse vinculado con una derrota.
Si bien en cuanto se enteró del resultado Kirchner se apresuró a atribuírselo, llama la atención que en provincias en que participó de la campaña candidatos opositores hayan recibido más votos de lo esperado mientras que en la en que se abstuvo de visitar haya sido el oficialista el que protagonizó el batacazo.
Que éste resultara ser el caso se deberá no tanto al talento notable del presidente para provocar conflictos cuanto a la resistencia de muchos votantes del interior a dejar que se nacionalicen las elecciones a gobernador: por razones comprensibles, están más interesados en que los problemas concretos de su propio distrito que en otra cosa.
Con todo, esto no quiere decir que les sea indiferente la importancia de disfrutar de la aprobación de un presidente de la Nación que está habituado a distinguir entre aquellas provincias que le son "leales" y las que por motivos perversos insisten en votar por un opositor declarado. Al igual que sus equivalentes en otras partes del país, los chaqueños habrán entendido que les convendría que el futuro gobernador tuviera una muy buena relación con la Casa Rosada por tratarse de la fuente más promisoria de fondos para construir obras públicas esenciales como acueductos y rutas pavimentadas. Asimismo, por ser cuestión de una provincia paupérrima cuyos gobernantes se las han ingeniado para acumular una deuda muy onerosa, superior a los cuatro mil millones de pesos, lo que es mucho para Chaco, la necesidad de contar con más ayuda federal no puede sino serles evidente, lo que no habrá ayudado del todo a Rozas que, como partidario de la candidatura presidencial de Roberto
Lavagna, no integraba la cohorte de "radicales K". También habrá incidido en el voto la sensación de que había llegado la hora de cambiar de gobierno luego de más de diez años de dominio radical que no pudo, o no supo, mejorar mucho el nivel de vida de lo que es una de las provincias más atrasadas del país, una que carece por completo de industria y que cuenta con una cantidad abultada de campesinos analfabetos.
El revés experimentado por la UCR en un distrito que hasta la noche del domingo creyó era un bastión inexpugnable no podrá sino perjudicar a los que, liderados por Raúl Alfonsín, optaron por respaldar al peronista antikirchnerista Lavagna. Mientras que aquellos radicales que juraban sentirse comprometidos con el "proyecto" del matrimonio Kirchner lograron triunfar con cierta comodidad en sus provincias, el único lavagnista no logró emularlos en un distrito en que se le pronosticaba una victoria decisiva.
Aunque el resultado no haya tenido mucho que ver con las vicisitudes de la política nacional, contribuirá a hacer más fuerte la convicción de que la candidatura de Lavagna es meramente testimonial y que, en las partes más pobres del interior por lo menos, los partidarios de los Kirchner llevan las de ganar.