Sadra versus AAA, pero también el Colegio versus la Escuela. Al mismo tiempo, la AAA versus la AFA, que cuenta con el apoyo de Sadra.
El Sindicato de Arbitros de la República Argentina (Sadra) fue una creación de Julio Grondona, cuando a fines de la década del '80, la huelga de referís hacía peligrar el fútbol. El mismo Grondona lo reconoció cuando dijo que "la realización más grande de mi vida fue haber creado un sindicato nuevo". Se refería al Sadra.
Esta organización cobró fuerza cuando en 1989, y mientras la Asociación Argentina de Arbitros (AAA) había convocado a un paro en defensa de los árbitros Javier Castrilli, Aníbal Hay y Juan Carlos Crespi, la AFA, recurrió al Sadra, flamante gremio del interior, y a su interlocutor, Guillermo Marconi, para contrarrestar la huelga. Desde entonces, ambas organizaciones mantienen internas feroces y posturas irreconciliables, cuya principal consecuencia es el derrumbe del referato argentino, ese que todos critican y al que todos acusan de ser cómplices de complots y conspiraciones, exageraciones al margen...
Los 20 años de enfrentamientos entre gremios, más la conducción ultrapersonalísima de Grondona y sus políticas de conveniencia parieron árbitros mediocres que hoy sufren todos los equipos (casi sin excepción).
Los árbitros se equivocan antes que nada porque son malos. Y un mal árbitro, no sólo dirige mal. También es permeable a las presiones antes, durante y después de los partidos. En fin, son malos, débiles e influenciables. Son el producto de intereses políticos y disputas internas.
Pero el fútbol argentino parece convivir a fuerza de paradojas. Porque cómo entender entonces que en un arbitraje corroído como el argentino, el Mundial de Alemania haya encontrado a su mejor árbitro, Horacio Elizondo...
JUAN MOCCIARO
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