SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB). - El público desbordó las instalaciones de la catedral en ocasión de la primera presentación de la Camerata Bariloche en esta ciudad, en coincidencia con su 40 aniversario. "Toqué muchas veces acá y nunca vi tanta gente", admitió Fernando Hasaj, director musical y concertino de la orquesta, al término del brillante espectáculo. Si como se adelantó en la previa, la intención de la formación era recuperar identidad barilochense, el objetivo no será demasiado arduo.
La formación construyó su éxito del domingo pasado en forma paulatina, para un público que en su mayoría, no era habitué de la música de cámara. Arrancó con el Divertimento en Re Mayor Nº 1, de Wolfgang Mozart, y así comenzó a tomarle el gusto a una velada de consagración, donde hasta la elección de las obras fue muy adecuada. De hecho, las sonrisas que exteriorizaban varios de los músicos demostraban que en efecto, muchos de ellos se estaban divirtiendo, ante una audiencia multitudinaria que no dejaba de moverse, toser o silenciar teléfonos celulares.
Después de la apertura, cobró hermoso protagonismo Andrés Spiller como oboe solista, al interpretar la Camerata el concierto para ese instrumento, orquesta de cuerdas y continuo en Re menor, de Antonio Vivaldi. Una obra bellísima, que requiere de los intérpretes sutileza y elegancia. Notable el pasaje durante el que el oboe dialoga con el violonchelo solista, a cargo en la formación de Viktor Aepli. También hay que poner de relieve el aporte de Viviana Lazzarín al comando del clave.
Con las "Danzas populares rumanas", de Béla Bartók, el concierto adoptó espíritu festivo. Como su nombre anticipa, bailables todas, pero en verdad la gente estaba tan pretujada en el templo mayor de Bariloche, que difícilmente haya albergado auditorio tan masivo con anterioridad. No faltó el vecino que recordó el estricto control que el municipio tiene sobre el gimnasio Pedro Estremador.
Después, el momento culminante de la noche: las intervenciones de Hasaj que dejaron boquiabiertos a todos. La Camerata acometió de Nicolás Paganini, "Le streghe", un auténtico desafío al virtuosismo. Más que salir airoso del desafío, el concertino terminó por rendir la audiencia a sus pies.
Durante los últimos tramos del concierto, la orquesta de cámara más importante del país transitó por terreno conocido: cuatro trabajos de Astor Piazzolla. Sonidos poderosos y conmovedores que mueven fibras íntimas porque justamente, tienen que ver con la identidad.
El programa se agotaba con "Adiós Nonino" y "Decarísimo", pero el asunto no iba a terminar así nomás. Los aplausos tan sostenidos no dejaron que la Camerata abandonara el escenario y se vio obligada a interpretar más obras de Piazzolla, una danza griega para contrabajistas y un vals. Versatilidad evidenció la formación, que próximamente irá de giras por Japón un repertorio americano y argentino.
El afecto que tiene esta ciudad por la orquesta quedó en evidencia cuando primero tímidamente y después en forma masiva, la gente le cantó el feliz cumpleaños. ¿Habrá antecedentes? Si alguien pensaba que la música de cámara era para las minorías, el domingo sufrió una tremenda desmentida. Inmejorable celebración para acompañar las primeras cuatro décadas de la Camerata Bariloche. Espectacular.