Domingo 16 de Septiembre de 2007 Edicion impresa pag. 34 > Sociedad
"Los padres no deben dejar de oír a sus hijos"
Se corren de esta obligación y se la pasan a la escuela, dicen. Capacitan en Nivel Medio para situaciones emergentes.

VIEDMA (AV)- La problemática de los adolescentes de hoy plantea en la escuela más expectativas de las que la institución está preparada para dar. Exceden su función. Cada vez los problemas que aquejan a los adolescentes son más complejos y repercuten directamente en la escuela. María Teresa Pauleti, asistente social y especialista en psicología social, coordina a nivel provincial un trabajo con los equipos técnicos de las escuelas con líneas de capacitación y acompañamiento. Se recorren las escuelas y se realizan aportes extras ante una situación emergente.

Recientemente coordinó un taller en Viedma ante la preocupación frente a las posibilidades que tienen los directores de nivel Medio de trabajar con un sujeto del aprendizaje muy diferente al resto pero que "la escuela tiene que estar preparada para estas conductas disrruptivas de los adolescentes. Así como complican la vida de los padres cuando se llevan 14 materias lo hacen con la escuela en su rutina habitual. Entonces ante algunos hechos disrruptivos graves "la escuela se siente muy sacudida", explicó Pauleti.

En este sentido dio como ejemplo el colegio de Fernández Oro al que concurrió Otoño Uriarte, donde trabajó para ayudar a procesar la angustia de la escuela con la desaparición forzosa de la jovencita. "Esto nos mostró que hay como un componente donde el sufrimiento de la institución es personal y cuando aparecen situaciones tan fuertes como Estas se debe trabajar para ubicar en algún lugar esa ansiedad, es decir, cuántas cosas se mueven en mi frente a esto".

Consultada sobre el reciente taller en Viedma sostuvo que se consideró que era un buen momento por situaciones que han aparecido en algunas escuelas como emergentes, como el arma de fuego en la mochila de un chico de primer año "que podría haber sido una cuestión intrascendente sino fuera que la Comarca mantiene aquellos genes del medio de lo de Patagones que no lo vamos a negar históricamente y entonces tampoco queremos que los directores sufran en soledad estos miedos a£n cuando el hecho si bien tiene alguna similitud es otro el contenido pero no queremos que ese sentimiento quede en el vacío".

 

La escuela para enseñar

 

Al ser consultada sobre si estas actitudes de los chicos en las escuelas significan un pedido de escucha, Pauleti respondió que "tienen una escucha obligatoria y necesaria que es la de la casa que a veces se la trasladamos a la escuela con un peso tremendo. La escuela estuvo hecha para escuchar pero hoy lo que hay que oir es como mucho. Nuestros padres nos escuchaban en la medida de sus posibilidades pero nunca esperamos que la escuela nos resolviera los problemas a los viejos adolescentes".

Consideró que la escuela también debe tener claro sus alcances: hasta dónde esto significa traspasar el aprendizaje para ingresar en un mundo distinto que es el familiar o doméstico. Allí hay una franjita.

En el caso de la desaparición de Otoño recordó que el sufrimiento institucional era: ha desaparecido una hija nuestra "y éste es un sufrimiento inacabado pero es el de la familia no debe ser el de la escuela. Desapareció nuestra querida alumna, extrañada pero esa alumna tiene su vínculo, su familia que es donde realmente era hija. Estas cosas son como muy fuertes a la escuela y el imaginario de la sociedad le demanda que sufra como madre y yo creo que hoy no es así. No dejemos de lado el primer rol de escucha que es el otro cercano: mamá, papá, el hermano mayor, el amigo, padrino si puede. La escucha puede estar en muchos más lugares y la escuela no quiero que se sienta culpable de no poder escuchar todo".

En relación a la falta de escucha en la familia, Pauleti sostuvo que "entonces tenemos que tratar de enseñarle a la familia que no se corra de ese rol. Hablemos mucho con los papás, tíos, hermanos, sabiendo que es una conversación difícil porque justamente el eje de la familia es la autoridad. Para los adolescentes la autoridad es el enemigo, entonces los papás tienen también que poner en juego desde que lugar se da la autoridad y no es fácil".

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