Domingo 16 de Septiembre de 2007 Edicion impresa pag. 20 > Municipales
LA SEMANA EN BARILOCHE: El poder como terapia

Una gestión municipal que cierra un ciclo y acaba de ser ratificada en las urnas para iniciar otro bien podría estar concentrada en afilar sus objetivos y renovar sus equipos de gobierno. Pero en este caso la serena transición quedó atrapada en un paréntesis interminable debido a los sobresaltos de salud del intendente reelecto Alberto Icare.

Su última internación que lo puso al borde de la muerte y lo mantiene desde hace nueve días en terapia intensiva sembró el futuro de una incertidumbre que no se disolverá aun cuando retome el cargo el próximo 2 de octubre.

El interinato del presidente del Concejo, Marcelo Cascón, es el segundo en apenas dos meses y su activismo de estos días, aun sin salirse de la norma, contrasta con las limitaciones que suele exhibir Icare en sus contadas apariciones públicas.

Por ahora los concejales se maneja con cautela y no quieren plantear abiertamente un escenario sin Icare y el consecuente llamado a una nueva elección. Cualquier avance que insinúen en ese sentido tendrá destino seguro de confrontación con el Ejecutivo municipal y el partido SUR, cuyo discurso aparece hegemonizado por el secretario de Gobierno, Adolfo Fourés.

Los avatares de la salud de Icare y sus efectos en el proyecto político de SUR tienen una historia que reconoce una instancia clave: la pasada Convención Constituyente Municipal, que sesionó entre septiembre y diciembre de 2006.

Los icaristas no consiguieron reunir allí los votos suficientes para incorporar a la Carta Orgánica la figura del viceintendente, que imaginaron como el blindaje que aseguraría la sucesión del "Beto" con una figura propia y sin elección de reemplazo.

Fourés dijo que el gobierno por él representado "siempre fue prudente y jamás especuló" con la salud de Icare. También resuena la brutal comparación de otro funcionario, quien durante la última campaña electoral se preguntó "por qué si Balaguer pudo, el Beto no va a poder". Una comparación que demuestra hasta qué punto vuela la imaginación del "entorno".

Fourés dijo y repitió que el intendente no va a renunciar "porque tiene unas pelotas enormes", atributo que será puesto en duda si se apartara del gobierno en caso de no sentirse apto.

Introdujo así la curiosa teoría del poder como terapia, que difícilmente pueda suscribir algún médico, pero que Fourés impone sin dudar de su contundencia, preso de un esquema de pensamiento en el cual el bien común es un devaneo abstracto y lateral.

Con todo, la prudencia general que despierta la popularidad de Icare tiene sus resquicios y en los últimos días se alzaron algunas voces disonantes.

El edil electo por el socialismo Francisco De Cesare relacionó las actitudes del Ejecutivo con "una desesperación a perder buenos trabajos con buenos sueldos... por decirlo en forma suave". Su colega Darío Rodríguez Duch (ARI) evaluó que los médicos de Icare tienen responsabilidad profesional por haber "desinformado" sobre su real estado de salud.

Mientras que la concejal Sandra Guerrero cargó contra las actitudes de Fourés. Dijo que la lógica del secretario de Gobierno es "forzar todo el tiempo la situación y saltar de un tema a otro sin resolver ninguno. Su actitud es la de instalar el conflicto porque no sabe resolver en otro escenario, no está formado para eso".

Consideraciones todas que alimentan un debate hasta ahora planteado a medias, a pesar de que la fluidez del recambio de gobierno está rota desde hace rato y reina el corto plazo más estricto, mientras crece la impaciencia ciudadana ante las tareas pendientes.

 

DANIEL MARZAL

dmarzal@rionegro.com.ar

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