Domingo 16 de Septiembre de 2007 Edicion impresa pag. 18 > Municipales
LA SEMANA EN SAN MARTIN DE LOS ANDES: Groucho, el sabio

Groucho Marx fue un genio de la ironía, sutil o despiadada, que tomó el pelo a las instituciones y a sus solemnidades. Dijo una vez: "estas son mis convicciones, pero si no les gustan tengo otras".

La frase tiene el desparpajo de decir lo que todo el mundo sabe pero pocos admiten. Y es que, para la mayoría de los que aspiran a sobrevivir en el competitivo mundo de la política, los principios se acomodan mejor si son laxos.

En ese barro destacan dos modos de transitar: agachar la cabeza y cantar loas al jefe de turno, o romper lanzas y jugarse el pellejo por las propias. Los primeros pueden aspirar a la supervivencia pero en la más pura medianía. Entre los segundos, la mayoría quedará en el camino, pero los pocos que lleguen serán temibles en términos de construcción de poder. Serán jefes.

En estos días ha habido un poco de ambas conductas en la trastienda del MPN local. La senadora e intendenta electa de San Martín de los Andes, Luz Sapag, no es un ser impoluto de la política. En 20 años de actividad pública ha debido acudir a los tribunales más de una vez y lidiar con asuntos de los que no cabe enorgullecerse, de esos que exigen alguna dosis de genuina demagogia y que demandan pisar callos. Esa ha sido para muchos la forma de construir poder (aquí y en cualquier parte), combinada con verdaderas acciones nobles que son las que sí se recogen en los inventarios oficiales.

Pero hay algo que nadie podrá desdecir de Luz Sapag: cuando se le mete una idea la defiende a riesgo de perder parcelas de poder, que es lo peor que le puede suceder a un político.

Cuando Jorge Sobisch jugó sus fichas para quedarse con una dudosa convalidación de su candidatura presidencial en las boletas del MPN, Luz Sapag puso el grito en el cielo: "Esta jugarreta política no es lo que votó la gente en la interna", dicen que dijo.

Su enojo llegó al mismísimo gobernador electo, su hermano, quien en ese tópico prefirió arroparse con el plumaje del avestruz. Algunos de sus adláteres y hasta ella misma, buscaron apoyo entre conspicuos dirigentes locales, pero sólo obtuvieron disimulos.

A pesar del desaire, Luz Sapag decidió jugársela por las propias y produjo una carta abierta reproducida por este diario, en la que exigía no convalidar la ignominia de una candidatura presidencial impuesta al partido y a espaldas de los afiliados.

La decisión de la señora produjo sus impactos. Ahora que Sobisch se quedará incluso sin esa mínima chance electoral en su propia casa, por imperio de un fallo judicial con el cual ya se especulaba desde hace varios días, muchos de los que habían ignorado la patriada de la senadora se han terminado convirtiendo al nuevo credo, y hasta están dispuestos a impulsarla como presidenta del partido.

Groucho era sabio.

 

FERNANDO BRAVO

rionegro@smandes.com.ar

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