os sucesos no son, ni podrían ser, mucho mejores o mucho peores de lo que son. El escritor Jorge Asís, segundo de Jorge Sobisch, con una osadía verbal sin límites, se mofó de Alberto Rodríguez Saá tras ver frustrada la alianza con los "peronistas de la marcha y el bombo": para él dijo estas elecciones son como un fin de semana de "turismo aventura" destinado a jugar en el casino.
El puntano Rodríguez Saá no aceptó, por supuesto, ser sometido a tamaña irrelevancia y, por el contrario, sostuvo que la histriónica fórmula que competirá por un mismo electorado es la que incurre en azaroso y dañino embuste. De hecho, el neuquino que se promueve a través de una engañosa pero millonaria propaganda, como preparado 100 por ciento para conducir el país, acaba de ser reprendido vergonzosamente por su forma de gestionar: la Corte Suprema de Justicia lo condenó por mayoría, a raíz del recurso de amparo interpuesto por "Río Negro", a que las publicidades no sean adjudicadas de modo discriminatorio. Y lo conminó a que en un plazo de 30 días presente un plan que se ajuste a los presupuestos del magno fallo, de respeto a la libertad de prensa sin censurar "noticias inconvenientes" para el gobierno.
No sólo este sector marginal, pero rico, de la política está metido en una encrucijada. Nada menos que el presidente Néstor Kirchner, que venía galopando muchos metros delante de sus adversarios y se mostraba como un celoso custodio del superávit fiscal, se puso a derrochar a cuatro manos para garantizarle en octubre la victoria a su esposa, Cristina Fernández.
No rehuyó Kirchner, en esta decisiva instancia electoral, sentarse en la mesa de cartas. Indudablemente, como poseedor del tarot, sabe que de enero a enero gana el banquero. Pero, a veces, hay rachas contrarias, en las que el punto tiene una seguidilla de aciertos demoledores.
¿Será éste el momento en que el punto le empieza a ganar a la banca? La última semana, mientras Cristina se esforzaba por mostrarse permeable ante empresarios e industriales, la Rosada sufrió unos mandobles políticos tremendos. Hasta erró uno de los encuestadores más prestigiosos, el sociólogo Julio Aurelio, cuando aventuró un empate técnico en Santa Fe y un triunfo demoledor del PJ en Córdoba.
No fue lo uno ni lo otro. En Santa Fe, el socialista Hermes Binner se impuso por más de 10 puntos a Rafael Bielsa, quien con gran hidalguía se proclamó el padre de la derrota y anunció su renuncia a la banca como diputado. Y en Córdoba, en un final de bandera verde y con reclamo escandaloso, el delasotista Juan Schiaretti habría aventajado "por una cabeza" al indómito Luis Juez.
Algunas consecuencias: 1) el Partido Socialista (que está dividido pero tiene en Binner al principal referente) le aportará el candidato a vice a Elisa Carrió. Será el titular del PS, el senador Rubén Giustiniani. Además, "Lilita" se acercó al rebelde Luis Juez, a quien también rodean otros sectores kirchneristas como el jefe de gabinete Alberto Fernández, la diputada Patricia Vaca Narvaja y la jefa del PAMI, Graciela Ocaña; 2) a pesar de su postrera prescindencia, Kirchner terminó inclinándose en voz baja por Schiaretti, por temor a que José Manuel De la Sota (al que ve como un rival de peso desde el peronismo de centroderecha) mande en octubre a votar en contra de Cristina en Córdoba.
Kirchner banca y banca, aunque se ha visto que en muchas partidas apuesta también a punto. En Santa Fe estuvo codo a codo con Bielsa para que el peronismo no sucumbiera tras 24 años de hegemonía, pero no dejó de hacer notar que siempre preservó la "buena relación" con Binner, la estrella ascendente.
En Córdoba, como se dijo, se inclinó por Schiaretti, en consonancia con Julio de Vido y Carlos Zannini. Desde la misma vereda, su alter ego Fernández, en cambio, alentó las incendiarias denuncias de Juez. Y la provincia mediterránea se partió peligrosamente. La capital, con el intendente del Partido Nuevo; el interior, siguió siendo bastión del justicialismo.
Los peronistas, en general y aun a disgusto, son verticales. Así nacieron. Así van a morir. Hasta el legendario "Manolo" Quindimil se postró ante el matrimonio presidencial, pese a que en los últimos días amenazó con irse porque no le envían fondos.
Pero, peronistas al fin, no trepidarían en bandearse si la fortuna terminase "tocando" a otro para subir el podio. Un De la Sota, un Daniel Scioli... un Mauricio Macri. Esas posibilidades, por más que están lejanas, no son imposibles.
El jueves pasado, por caso, hubo una nutrida reunión en el Centro Español de la ciudad de Buenos Aires para conmemorar los 20 años de la renovación peronista. No estuvieron, claro, los Kirchner. Sin embargo, del gobierno se animaron a ir, entre otros, los ministros Ginés González García y Alberto Iribarne y el mandatario bonaerense Felipe Solá. Compartieron la velada con Carlos Grosso, Daniel Basile, Hugo Anzorreguy y Teresa González Fernández, ex de Solá. Todos unidos triunfaremos, cantaron al final.
Para Carrió y Roberto Lavagna, en el gobierno hay susto porque hay indicios de que "se acaba la impunidad". Después de lo de Córdoba, los dos sospechan que podría haber fraude el 28 de octubre. Y "Lilita" puntualmente prepara el terreno: ya pidió la asistencia de veedores de la Organización de Estados Americanos (OEA).
ARNALDO PAGANETTI
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