La lucha de los latinos en Estados Unidos por hacer oír su voz dará un gran salto adelante mañana: por primera vez en la historia, unos candidatos a la presidencia del país responderán conjuntamente y en público a las preguntas que preocupan a la población hispana.
El debate entre los ocho aspirantes demócratas será albergado en la Universidad de Miami por Univisión, la mayor cadena de televisión en español de Estados Unidos y la quinta en audiencia de todo el país.
El proceso de negociación fue "largo y complicado", explica uno de sus artífices, el periodista Jorge Ramos. Por momentos estuvo más cerca de la cancelación que de la realización, por lo que al final fue necesario alcanzar algunos compromisos.
El principal es que, pese a que Univisión emite su programación íntegra en español, todos los candidatos hablarán exclusivamente en inglés, para que el dominio del idioma no sea una ventaja o inconveniente para ninguno de ellos. Las respuestas de los aspirantes serán traducidas simultáneamente al español.
El más perjudicado, lógicamente, es el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, de origen mexicano y completamente bilingüe. También podría haberse lucido ante los eventuales votantes el senador Christopher Dodd, que habla con corrección el español.
Los demás, entre los que destacan Hillary Clinton, Barack Obama y John Edwards, pronunciaron en ocasiones palabras, pero para ellos la decisión será un alivio. "(Hacer el debate en español) es más simbólico que otra cosa", cita el diario "The Washington Post" a María Elena Salinas, que conducirá junto a Ramos lo que, en otro compromiso necesario, se llamará oficialmente "foro" y no "debate". Porque lo más importante, coinciden todos los analistas, es el contenido. ¿Qué piensan hacer los candidatos para mejorar las relaciones con Latinoamérica? ¿Qué ocurrirá con la reforma migratoria? ¿Qué lugar ocupará el idioma español en el futuro de Estados Unidos? ¿Cómo serán sus planes de salud? ¿Qué posición tienen en cuanto al aborto? Esas y otras preguntas, que preocupan desde hace tiempo a la población hispana, encontrarán al fin una respuesta directa.
La celebración del debate es un paso más en el paulatino "descubrimiento" que la política estadounidense hace de la importancia de la población latina. Los últimos estudios son demoledores: con 17 millones de votantes con raíces latinas (un 50 por ciento más que hace diez años) y presumiendo que el resultado de las elecciones será muy ajustado, ellos en solitario podrían decidir quién es el próximo presidente de Estados Unidos.
El voto hispano, según los análisis, es crítico especialmente para los demócratas: siempre que perdieron apoyos en español terminaron entregando la Casa Blanca a los republicanos. Además, en los comicios del 2008 tienen que revertir la tendencia observada desde el 2000, porque en el 2004 Bush casi consiguió recibir tantos votos latinos como el candidato demócrata, John Kerry.
Hasta ahora, los hispanos aseguraron sentirse "olvidados" en la precampaña. Exceptuando a Richardson, que lanzó una campaña llamada "Mi familia" en la que pide el voto "no por ser latino sino por tener las mejores ideas", y esporádicos anuncios de Clinton y Obama en televisión, los candidatos se concentraron hasta ahora casi exclusivamente en la población anglosajona.
GONZALO ESPARIZ
DPA