Las elecciones internas de hoy serán una prueba de fuego para la oposición al MPN. Del volumen de votantes que efectivamente participe dependerá el resultado y también la proyección que tendrán, de ahora en más, los sectores que plantean la necesidad de una instancia superadora del actual esquema político provincial.

Dicho en otros términos, si lo de hoy se parece a una elección de CALF, con una participación raquítica, limitada al uso del aparato, el camino para que el MPN recupere la capital quedará prácticamente allanado.

Si, por el contrario, la gente entiende que en la oposición se está verificando el cambio que ha venido reclamando una y otra vez es decir, que ésta ha optado por cohesionarse para dar batalla al hegemonismo emepenista y consecuentemente se moviliza para asegurar con su participación ese objetivo, se abrirá una nueva alternativa para el 28 de octubre y, a más largo plazo, de cara a la creación de una fuerza opositora dotada de posibilidades para el 2011.

Por lo pronto, la corta, cortísima campaña electoral que precedió al acto comicial de hoy, ha estado signada por algunas paradojas. La primera y principal es que no necesariamente el precandidato mejor colocado para ganar la interna es el que mayores posibilidades de éxito ofrece frente al MPN.

Pero hay más. Une, la fuerza con menores antecedentes políticos, aquella a la que se presumía más vulnerable ante los aparatos, emergió claramente como la que más invirtió en la campaña, tanto en trabajo como en medios. Por otra parte el quiroguismo, la fuerza de la que se esperaba el mayor despliegue clientelista y de recursos, realizó una campaña sorprendentemente acotada.

¿Qué pasó? ¿Acaso cierto progresismo terminó por convencerse de que ya no hay política sin promesas atractivas y un aparato aceitado?

Un observador lo explicó recurriendo al famoso Teorema de Baglini. En 1985, el entonces diputado nacional Raúl Baglini (UCR) acuñó una máxima que se hizo célebre: "La capacidad de un político para hacer promesas vanas dijo se halla en proporción inversa a su cercanía del poder".

¿Sirve también la cáustica reflexión del político radical para explicar la apagada campaña de Farizano? ¿Acaso el quiroguismo se siente tan seguro de su triunfo que no quiere alertar demasiado el avispero?

La otra paradoja, en fin, es que el Frente para la Victoria se ha lanzado a esta puja prácticamente sin campaña, sabiendo que para evitar que este tipo de comicios lo ganen los aparatos hay que movilizar a sectores importantes de la sociedad, realizar un arduo trabajo político. ¿Cree, acaso, este sector, en una autoconvocatoria espontánea del electorado?

Precisamente, hoy la palabra la tienen los que votan. Al final del día también se podrá medir su verdadera voluntad de cambio. ¿Es la oposición la que no es capaz de ofrecer alternativas en Neuquén; o es también la sociedad en su conjunto la que está ganada por el cortoplacismo facilonero que ofrece el MPN desde hace 45 años?

La de la oposición no es la única elección de hoy. También Plottier y Rincón de los Sauces van a las urnas para elegir sus intendentes. En la primera ciudad, la pulseada es entre la emepenista Pilar Gómez, quien busca repetir, y el antiguo menemista-duhaldista reciclado kirchnerista Sergio Gallia. Hasta hace poco el favorito en las encuestas era este último, pero en estos días Gómez descontó en buena medida la ventaja.

Rincón, en cambio, es una singularidad en el escenario político neuquino: allí el MPN y el kirchnerismo de paladar negro marchan juntos detrás de Marcelo Rucci, el candidato del sindicato petrolero, un poder suprainstitucional en esa localidad. Rincón es el único lugar de la provincia donde los emepenistas agitan la bandera de Cristina Kirchner y el milagro se debe a la sociedad de Pereyra con De Vido. De esta forma, la victoria está prácticamente asegurada. No por nada Sapag ha decidido instalarse allí hasta que se conozca el resultado.

El gobernador electo tuvo un mal trago con la jugada que le endilgó a Sobisch de candidato a presidente en la boleta del partido. Pero en su entorno advierten que en definitiva se trató de un mal menor, porque de otra forma dicen al actual gobernador no le hubiera temblado la mano para fracturar el partido. Aseguran que Sobisch estaba dispuesto a marchar con la boleta de un satélite menemista y con sus propios candidatos a senadores y diputados: por caso, Brollo y, tal vez, también Salvatori. De haberse verificado la jugada, alegan los sapagistas, el futuro gobernador habría quedado con las fuerzas divididas para dar la batalla en la capital y, por supuesto, también en Plottier y Rincón.

No sólo el MPN, también la Concertación está que arde. Es que el paso del presidente y su esposa por la zona dejó un trascendido incendiario. Según pudo saberse, los candidatos de la Casa Rosada para senadores serían el funcionario de la Cancillería, Marcelo Fuentes, y la hermana del secretario general de la Presidencia, Nancy Parrilli; y para diputados, el intendente de Villa La Angostura y ex compañero de fórmula de Quiroga, Hugo Panessi, y la delegada de la Secretaría de Derechos Humanos, Beatriz Gentile.

La especie tuvo la rara virtud de no dejar a nadie conforme, desencadenando una crisis no sólo en el seno del pejota, sino también en las filas de la Concertación que une a peronistas con radicales. Ocurre que las expectativas de Quiroga parecen fincadas más en la posibilidad de acceder a un cargo legislativo nacional, que en la victoria de la fuerza propia en la municipalidad. No por nada, la respuesta inmediata del intendente fue poner en duda la continuidad de la Concertación: "Calculo que es una parte de la propuesta, falta ver lo que aportará la UCR", deslizó.

Quiroga no es el único disconforme. En el radicalismo no son pocos los que no quieren votar a peronistas. La posibilidad de que la entente lavagnista-radical lleve sus propios candidatos al Congreso sigue latente. Ahora los radicales disidentes barajan la posibilidad de marchar con la boleta del MID. En realidad hasta el 8 por la noche, cuando venza el plazo para la presentación de listas, nada se sabrá con certeza.

HECTOR MAURIÑO

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