En los últimos años se formaron barrios populosos hacia el este y el oeste de Bariloche y los accesos por la ruta 237 y la avenida Bustillo comenzaron a congestionarse.

Trayectos que podían cubrirse en 10 minutos en algunos horarios insumen el doble o más, y esa circunstancia impacienta a los automovilistas que se arriesgan a un adelantamiento imprudente o circulan a alta velocidad en los tramos libres.

El sector más conflictivo de la Bustillo siempre se situó entre el kilómetro 1 y el 8 por sus innumerables curvas, banquinas insuficientes y precaria señalización, pero de a poco se fue extendiendo en uno y otro sentido y el conflicto se manifiesta con mayor número de accidentes.

Las víctimas de accidentes en la Bustillo casi siempre son tripulantes de autos, aunque el riesgo también acecha a los peatones.

Una larga lista de muertes

El último choque fatal se produjo el pasado 5 de marzo en el cruce entre la avenida Bustillo y la calle Biedma, cuando un vehículo Corsa fue embestido por un Ford Sierra y murió una turista que viajaba en el asiento trasero del primer rodado.

Cerca de la medianoche del 7 de abril de 1999, a 200 metros del lugar en que ocurrió ayer el accidente de ayer, murieron dos hermanitas de 9 y 11 años, Rocío y Pilar Fernández, al salir despedidas del auto en que viajaban.

El Renault 9 que conducía Alejandro Daniel Colombetti se despistó a la altura del kilómetro 1,600 de la Bustillo, a la salida de una curva, y cayó por un barranco de 9 metros. Las dos niñas murieron en el acto al ser despedidas del rodado y el conductor falleció siete días después en Buenos Aires sin haber recuperado el conocimiento.

En el lugar donde se desbarrancó el Renault 9 existe una placa que recuerda a Alfredo Camaño, un joven de 28 años que murió el 10 de octubre de 1997 cuando viajaba en el asiento trasero de un Fiat Palio que se estrelló contra un árbol antes de caer hacia la costa del lago. (AB)