Si ustedes me preguntan cuál fue la noticia más significativa de América Latina la semana pasada, escogería una que pasó casi inadvertida: el anuncio del gobierno izquierdista de Ciudad de México de que dará millones de dólares en incentivos financieros a los estudiantes de la escuela primaria con promedios sobresalientes.

Efectivamente, el gobierno dijo que entregará cerca de u$s 300 al año en efectivo y depósitos en cuentas de ahorro a cerca de 100.000 estudiantes de escuelas públicas de entre 4 y 12 años que tengan un promedio de calificaciones superior a nueve en una escala del uno al diez.

Los fondos servirán para que estos alumnos sobresalientes puedan asistir a clases después de horas y desarrollen sus respectivos talentos, ya sea en matemáticas, ciencias o deportes, según me explicó en una entrevista el secretario de Educación de Ciudad de México, Axel Didriksson.

Antes de analizar si este programa va a ayudar a que los niños mexicanos ingresen en la economía del conocimiento del siglo XXI o si los va a convertir en capitalistas desalmados antes de entrar a la escuela secundaria, veamos los detalles del programa.

Según me dijo Didriksson, los estudiantes con mejores promedios que accedan a tomar cursos después de sus horas regulares de escuela en los campos de su preferencia recibirán dos tipos de estímulos financieros: el equivalente a 15 dólares al mes para cubrir gastos de transporte y cerca de 180 dólares al año que serán depositados en cuentas de ahorro que serán abiertas para cada niño en bancos comerciales.

"Una parte es para cubrir los costos de transporte y compensar por otros en los que la familia pueda incurrir, y otra parte es un incentivo directo al niño para que permanezca en el programa y lo encuentre atractivo", dijo Didriksson. Los niños recibirán una tarjeta de débito, que será administrada por sus padres. El dinero será depositado mensualmente y los padres podrán retirarlo cuando ellos quieran, agregó.

Preguntado sobre qué hará el gobierno para evitar que los padres retiren el dinero de sus hijos y lo utilicen para ellos mismos, Didriksson dijo que la ciudad proveerá "tutores" para ayudar a las familias a administrar los fondos en el mejor interés de los niños. El programa empezará en noviembre con una hora semanal de clases y se expandirá después a tres horas, dijo.

¿Se trata de una buena idea? En Estados Unidos y muchos otros países, a veces se ofrecen incentivos financieros para mantener en la escuela a los niños con las peores calificaciones, pero son raras las veces en que se ofrecen estímulos económicos a los mejores alumnos.

Varios expertos de Estados Unidos y México me dijeron que tienen reservas sobre el programa a implementarse en Ciudad de México.

Paz Cueto, una conocida experta mexicana en educación, me dijo teme que el programa termine siendo otro plan de subsidios políticos disfrazados, con fines electorales. Si no se le da seguimiento al dinero para asegurar que las familias lo usen para educación, no va a tener valor académico alguno, señaló.

Isaac Prilleltensky, decano de la Escuela de Educación de la Universidad de Miami, me dijo que una clase de una hora por la semana "no significa nada". En lugar de ofrecer a los estudiantes sobresalientes cursos de una hora después de clases, sería mejor ponerlos juntos durante todo el horario escolar, como se hace en varios países, cosa que estén más incentivados y no sean halados hacia abajo por sus compañeros de menor rendimiento académico, señaló.

Walter Secada, un profesor de Educación de la Universidad de Miami, me dijo que el programa será positivo en el caso de niños que trabajen y necesiten de los recursos para reemplazar sus salarios perdidos. Pero si la mayoría de los niños beneficiados no trabaja, como probable- mente sea el caso, los incentivos financieros podrían llevar a los niños a tomar clases que realmente no les interesan y a tomar decisiones equivocadas sobre su futuro profesional.

"Es un incentivo económico capitalista muy aceptado, pero no creo que funcione", señaló Secada. "Los incentivos externos sólo sirven para motivar a la gente a corto plazo, mientras que los incentivos internos, nacidos desde adentro, persisten en el tiempo".

Mi opinión: creo que los incentivos financieros ofrecidos por el gobierno de Ciudad de México son una buena idea, aunque más no sea porque ayudarán a crear algo muy necesario en América Latina: una cultura de competitividad por la excelencia académica.

A diferencia de China, India y Europa del Este, donde los niños son motivados desde muy temprana edad a sobresalir académicamente, la mayoría de los sistemas educativos latinoamericanos se centran en la cantidad y se olvidan de la calidad. Si esto ayuda a cambiar un poco la cultura, en buena hora.

ANDRES OPPENHEIMER (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami