El presidente estadounidense, George W. Bush, evocó el lunes, en el marco de una visita sorpresa a Irak, la posibilidad de reducir sus tropas en caso de que continúen los progresos en materia de seguridad registrados en la provincia de Al Anbar. Ante militares desplegados en la base aérea de Al Asad, Bush afirmó, sin embargo, que dicha decisión no será tomada bajo la influencia de presiones políticas de ciertos sectores en Washington.
Estas declaraciones tienen lugar días antes de que el general David Petraeus, jefe de las fuerzas estadounidenses en Irak, y Ryan Crocker, embajador de Estados Unidos en Bagdad, presenten ante el Congreso estadounidense su evaluación sobre la situación en Irak, los días 10 y 12 de septiembre. "El general Petraeus y el embajador Crocker me informan de que, si el éxito actual continúa, es posible mantener el mismo nivel de seguridad con menos soldados norteamericanos", afirmó.
Bush no precisó en qué número ni en qué momento las fuerzas estadounidenses podrían ser reducidas. Toda reducción "se basará en una evaluación detallada realizada por la jerarquía militar (...) y no a partir de exaltadas reacciones políticas expresadas en Washington", explicó el presidente estadounidense. La evaluación de Petraeus y Crocker se centrará en el envío de refuerzos militares a Irak y en la estrategia para aumentar la seguridad en la capital, decisiones tomadas en febrero por el presidente estadounidense.
La visita de Bush a Irak se produce el mismo día en que Gran Bretaña, su más fiel aliado, ha comenzado el repliegue de sus tropas de Basora (sur), la segunda ciudad del país. Acompañado de su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, Bush llegó a primera hora de la tarde a la base aérea de Al Asad, donde lo esperaban el secretario de Defensa, Robert Gates, y altos mandatarios militares.
Situada a 180 km al oeste de Bagdad, esta inmensa base estadounidense se encuentra en el centro de la provincia de Al Anbar, región arrasada por los insurgentes sunitas que recientemente se volvió favorable a Washington. El ejército norteamericano desarrolla en esta provincia desde hace varios meses una estrategia de alianzas con los jefes tribales locales para luchar contra el brazo irakí de Al Qaida. Esta táctica ha permitido realizar "importantes progresos", en opinión del consejero nacional de Seguridad, Stephen Hadley.
La visita sorpresa del presidente estadounidense se celebra en el momento en que la administración Bush se dispone a defender, el próximo 15 de septiembre, su estrategia sobre el conflicto iraquí, ante un Congreso cada vez más hostil y una opinión pública escéptica hacia una guerra que se ha cobrado ya la vida de más de 3.700 soldados norteamericanos y de decenas de miles de iraquíes.
El objetivo de la Casa Blanca es convencer a los parlamentarios de continuar financiando la guerra. El jefe del Estado Mayor, el general Peter Pace, el jefe de operaciones militares norteamericanas en Oriente Medio, el almirante William Fallon, y el general Petraeus esperaban en Al Asad al presidente Bush, en lo que sería su tercera visita a Irak desde la intervención norteamericana en marzo de 2003. "Se trata del último gran encuentro entre los consejeros militares del presidente y los dirigentes irakíes antes de que Bush decida qué rumbo tomar en el conflicto", afirmó un portavoz del Pentágono.
Fuente: DyN