Una de las principales incógnitas que quedaban por resolver en la ardua transición entre el actual gobierno y el que vendrá se develó esta semana: el MPN llevará a Jorge Sobisch de candidato a presidente. Con ello también se pudo confirmar que es el actual gobernador y no su antiguo socio, el mandatario electo Jorge Sapag, quien sigue llevando el timón.

La notoria ausencia de Sapag en la Junta de Gobierno del MPN, el día en el que se formuló el anuncio, es un dato de la realidad que contribuye a realzar la afirmación anterior; tanto como a rebajar la proyección del futuro gobernador. Si estaba de acuerdo con algo tan trascendente, ¿por qué no estuvo presente? Y si no lo estaba, ¿por qué no salió a decirlo con todas las letras?

En su lugar, Sapag eligió una vez más un discurso contemporizador. "Lo importante en la diversidad de opiniones es mantener al partido unido", se justificó dos días después en un acto en la seccional Primera. Y rescató del olvido el respaldo a la fórmula Perón-Perón en el '74, la única excepción a la regla de dejar en libertad de acción a los afiliados respecto de las candidaturas presidenciales en toda la historia de su partido.

Excepción que en su momento se justificaba plenamente por la raigambre neoperonista del MPN, pero que iba en la dirección opuesta al neoconservadurismo que hoy pretende encarnar Sobisch, arrastrando tras de sí a su partido. Esto, para no hablar del problemón que le plantea a Sapag este temprano enfrentamiento con una administración nacional a la que había prometido colaboración y buen trato.

No parece que sea éste el camino por el cual Sapag afianzará su liderazgo, antes bien todo lo contrario. Opiniones recogidas entre diputados electos y allegados permiten inferir que el poder acumulado por Sapag, luego de sus triunfos en la interna y en la general, se podría escurrir como agua entre los dedos si no logra dar vuelta la página del sobischismo y encarar los cambios que la sociedad, incluido su partido, reclama.

Eso, a pesar de quienes en el MPN salieron a explicar entre susurros que lo de Sobisch en la boleta es un mal menor, porque sin él la cosa podría ser aún peor, ya que los candidatos a senadores y diputados del partido no alcanzaban a mover la aguja en las encuestas.

No menos elocuente que el mutis de Sapag en la Junta de Gobierno fue la presencia en el lugar del candidato a intendente, José Brillo, avalando por el sector sapagista una decisión tan trascendente como controvertida para el partido. Tal actitud vino a reforzar las sospechas de la oposición, que quiere ver en el ex jefe de Gabinete de Sobisch a su verdadero delfín.

Más allá de las críticas con sabor a chicana política, la impresión se vio robustecida por el trato privilegiado que el actual gobierno le dispensa al diputado emepenista, en contraste con el ninguneo oficial a los representantes de Sapag para pilotear la transición. En pocas horas, Brillo se reunió con el gobernador y el vice, participó de una reunión ampliada de gabinete donde le prometieron adelantar obras para la comuna como si ya fuera el intendente y culminó la jornada compartiendo cartel con el ahora candidato a presidente del MPN. Si esto no se parece a un romance, que venga alguien y lo diga.

Así lo entendió la oposición, que ahora ve la posibilidad de sacar ventaja de la proximidad entre Brillo y Sobisch, desgastado como está este último por su excesivo, abrumador, personalismo. En ese tren, da por hecho que el antiguo técnico del Copade es poco menos que un caballo de Troya, en cuya barriga se esconde un selecto puñado de sobischistas de fierro, dispuestos a sentar una cabecera de puente en la comuna para hacerle difícil la gestión a Sapag y catapultarse con éxito al 2011. Acaso para allanarle el retorno a su jefe, cuando su aventura presidencial sea sólo un recuerdo.

Atravesada por el soplo de aire fresco de la interna abierta (a medias), la oposición acaba de recobrar cierto optimismo y confianza en sí misma. Es cierto, cuando ya nadie lo esperaba Farizano, Massei y Mansilla lograron ponerse mínimamente de acuerdo en un mecanismo para dilucidar el tema del candidato. Un pacto que si bien es imperfecto, ya que no agota los mecanismos democráticos, alcanza para cubrir las apariencias dignamente y, sobre todo, para aventar un nuevo papelón.

Sin embargo, a esta proto-unidad parece faltarle sustancia. Entre las propuestas de unos y otros algunas ciertamente osadas, como la que ofrece viviendas por adelantado no aparece, más allá del sustantivo rechazo al MPN, un verdadero proyecto común. Y así no es suficiente. A pesar de las declaraciones que dan cuenta de la seriedad de las intenciones de cada uno, la fragmentación latente puede volver a la superficie en cualquier momento luego de la interna.

Detrás de esta escena está la voluntad de Quiroga, el hombre que acumula la mayor cantidad de votos según la última elección, de dejar un pie en la comuna. Por eso necesita ganar. Aunque no falta quien piensa que, antes de dejar que alguien fuera de control termine encaramado en el cargo, Quiroga preferiría perder.

A diferencia del radicalismo rionegrino, el neuquino ha logrado zafar de la intervención partidaria, porque aparece encolumnado sin fisuras detrás del kirchnerismo. Pero hay aprestos que dan cuenta de que podría haber novedades. ¿Es posible que funcionarios quiroguistas terminen integrando las listas de la coalición radical-lavagnista? Cuando se le pregunta sobre el tema, Quiroga dice que en la sociedad con el peronismo hasta ahora la única prolija ha sido la UCR.

El intendente no se cansa de repetir que su futuro político está en la Concertación a nivel nacional, al lado del candidato a vicepresidente Julio Cobos. Mientras tanto, no lo busca, pero no pierde la esperanza de ser convocado para la senaduría. Sobre todo si la alquimia presidencial no encuentra un peronista de fuste para candidato. El cargo parecía reservado para Oscar Parrilli, pero el secretario general de la Presidencia fue convocado a la campaña de Cristina Fernández. Ahora se habla de Duzdevich y de la subsecretaria Legal y Técnica de la Presidencia, la frentista Ofelia "Pipa" Cédola. Pero tampoco se descarta del todo al aliado radical.

HECTOR MAURIÑO

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