Martes 28 de Agosto de 2007 Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
Cuando el cuerpo sale a escena
La obra "Los cuatro cubos" llega a la región. Se presentará mañana en La Curtiembre.

NEUQUEN (AN).- Dos personajes saltan, tropiezan, se incorporan, se buscan, suben, caen, toman impulso, se miran, luchan por delimitar su espacio.

Escrita hacia comienzos de los '60, la obra sin palabras del español Fernando Arrabal "Los cuatro cubos" -que se estrenó por primera vez en 2005- es un guión de acciones físicas en el que dos personajes interactúan con cuatro cubos de un metro por un metro, pintados según la creatividad de Piet Mondrian, en un espacio vacío.

Todo en una partitura extremadamente precisa, casi mecánica, en la que la hiperactividad de los personajes recrea un mundo cúbico, mínimo, acotado, confeccionado de líneas que imponen límites, fijan fronteras.

En su estreno mundial y como parte del Circuito Nacional del Teatro, la obra, no exenta de humor, podrá verse en La Curtiembre (Juan B. Justo 648) , mañana, a las 22, de la mano de la Compañía Buster Keaton. Luego, de gira por la región, subirá a las tablas el jueves en General Roca, el viernes en Cipolletti, el sábado en Regina y el domingo en Río Colorado.

En la puesta, la pieza dirigida por Pablo Bontá y Héctor Segura (también uno de los intérpretes junto a Eleonora Pereyra y Pamela Vargas) se pueden apreciar las líneas geométricas y los colores primarios del artista plástico holandés Mondrian que completan la escenografía y el vestuario (de Alejandro Mateo) y subrayan el ascetismo, ritmo y trabajo físico de los actores.

Con nueve producciones montadas, siete de ellas sin alocuciones o con guiones de acciones (de grandes autores como Samuel Beckett y Peter Handke), Pablo Bontá enfatizó -desde Buenos Aires- en la necesidad de ahondar en la búsqueda de una teatralidad basada en lo corporal.

- ¿En la obra se nota la influencia de su autor por el absurdo?

- Sí. Claramente, es una obra alineada con el teatro del absurdo, pero con una visión de cuarenta años después. Es un trabajo que respeta la esencia del teatro del absurdo, pero que está actualizada.

- ¿No recurrir al habla es como volver al origen del te

atro?

- Sin duda, se trata de un espectáculo más totalizador, en donde la acciones corporales, el gesto del actor, el movimiento, comunican, y no de una manera muchas veces tan unívoca como la palabra. Me parece que en la obra se nota bien que las lecturas del posible espectador son muchas, tantas como espectadores se sienten a ver la obra, lo cual es muy interesante.

-¿Es un anti-teatro o una especie de provocación?

-No sé si es el anti-arte o el anti-teatro, sino simplemente una necesidad nuestra de confiar más en la acción corporal que en la palabra. Es una obra que tiene mucho humor por ejemplo.

-¿Y cuáles son los temas que laten en esa relación muda entre dos personajes?

-Son dos personajes. Por un momento uno piensa que son pareja, y por otro que son compañeros. Recién se conocen y elaboran este discurso corporal de 60 minutos. Trata sobre las relaciones humanas en todo sentido; las relaciones de pareja, las laborales...el sometido, el sometedor, quien tiene la razón, quien tiene el poder en esa situación. Eso es lo que se juega mucho.

- ¿Potenciar el cuerpo tiene un costo frente al público?

- No, al contrario, porque despierta la subjetividad del público y además lo hace trabajar, y eso está bueno.

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