NEUQUEN (AN)- "Es necesario encarar una reforma contravencional, para que no se siga infringiendo innecesario dolor a los más débiles en nombre de la ley".
El juez correccional de Necochea Mario Juliano enfocó su conferencia de ayer en la materia contravencional. Recordó a Wálter Bulacio, el joven detenido por la policía antes de un recital y que murió en una celda. "Ese caso, que llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, empezó por una cuestión contravencional. Ahora en Mendoza un juez descabezó a la delegación de la Policía Federal porque pedía coimas para devolver mercaderías secuestradas; también nació de una causa contravencional".
Cuestionó los procesos porque no hay jueces imparciales, ni está garantizada la defensa en juicio ni se preserva la presunción de inocencia y las penas que se aplican son desproporcionadas.
En especial criticó los códigos contravencionales porque son tan vagos y abiertos que "el ciudadano común no sabe dónde está el límite de lo punible".
En general, "están basados en una moral de Estado victoriana, bizantina, y le permiten a la policía actuar como herramienta de control social marginando a personas feas a la vista". El grueso de los procesados "lo son por alcoholismo, vagancia, prostitución, travestismo o venta ambulante", dijo.
La experiencia con la ley 2.302
En el mismo panel realizado ayer a la mañana, la fiscal de Delitos Juveniles de Neuquén, María Dolores Finochetti, habló sobre la experiencia de la aplicación de la ley 2.302 del Niño y el Adolescente. Destacó que "una política criminal racional debe tener al juicio y la condena como último recurso" y "para que la sociedad tenga respuestas y no piense que hay impunidad, deben existir vías alternativas de resolución de conflictos con la incorporación de la víctima como protagonista del proceso".
"Debemos hacer sentir a la gente que no estamos encerrados en el despacho sino abiertos para escuchar, y que sus opiniones tienen peso", remarcó.
