JUAN CARLOS PARADA
jcparada@rionegro.com.ar
La sequía se está convirtiendo en el mayor dolor de cabeza de los últimos tiempos para los dueños de campos de invernada en la zona norte neuquina. Es que la falta de pasturas, el principal alimento de los animales, y las bajas temperaturas están provocando numerosos abortos e incluso la muerte de chivas viejas, una situación que se agravará con la llegada de las pariciones en setiembre y la consecuente pérdida de la crianza. En las últimas horas nevó y todo parecía indicar que traería alivio, pero, por el contrario, la nieve se congeló debido a las temperaturas bajo cero. Además, a pesar de los reclamos, la ayuda no llega y los crianceros, cuyo principal recurso económico es la cría y venta de chivitos, sienten que no cuentan con una ayuda para afrontar la situación. El trabajo diario es esforzado en el campo, pero más aún en lugares donde no existe nada más que cerros nevados a lo lejos, sin agua para las necesidades mínimas y menos aún para los animales. Los campos de invernadas en la zona norte están ubicados en los departamentos Pehuenches, Ñorquín y Añelo. De todos modos, no en todos los sectores la sequía tiene la misma intensidad.
En El Lechugal, en el departamento Añelo, a 170 km de Chos Malal, los crianceros están abandonados a su suerte. Se arriba allí saliendo de Chos Malal por la Ruta 40 pavimentada, a unos 15 km se llega a la traza vieja de esta vía de comunicación -de cornisa- y luego por la provincial 7 y 1.
"Río Negro" estuvo en el lugar con distintos crianceros. Una de ellas es Ramona Medel. Su casa está ubicada al pie de la barda de un cerro, construida con maderas, piedras y chapas por cuyas rendijas pasa el frío. No es fácil levantarse por las mañanas y recorrer el campo encontrando animales muertos de sed y de hambre y también chivas que abortan abatidas por las mismas circunstancias.
Su esposo, Pedro Sepúlveda, había salido a la costa del río Neuquén, a unos 30 kilómetros del lugar, para traer
de regreso una vacas que "se fueron por la huella buscando agua para tomar" explica la mujer. Pedro tardó dos días en regresar.
Ramona vive en compañía de su hija Silvina, de 18 años, que sólo abandonó sus pagos para ir a Chos Malal a cursar el secundario, que cursó en el CPEM N° 4. "No ha llovido en meses", indica Ramona. "Lo que se muere, muere y no hay otra solución, hay un compromiso de enviarnos 100 fardos de pastos, pero no ha llegado nada", agrega. El capital de su familia está conformado por unos 30 vacunos y más de 600 chivitos, "pero si seguimos así no vamos a tener crianza, la mortandad ya está, las chivas están mal pariendo", indicó la mujer.
Para fines de agosto y principios de septiembre se esperan las pariciones, pero temen que las crías morirán por la falta de alimento. "Solo hay que cortarles las orejas para demostrar que son de nuestra propiedad y que se murieron porque no hacen los
relevamientos, por lo que tampoco saben de nuestras necesidades".
La mujer se refiere a los reclamos que hicieron ante el Ministerio de la Producción en Chos Malal, cuyo compromiso era enviar fardos de pasto. Cuando comenzó a nevar en los últimos días, los crianceros pensaron que esto sería un alivio, pero, por el contrario, las gélidas temperaturas hicieron que la nieve se congelara, por lo que luchan contra el frío, la falta de agua y de pasturas.
Lo delicado de la situación puede comprobarse a simple vista. Este medio encontró unos vacunos en la ruta provincial 7 que intentaban beber del agua nieve en un tramo de esta vía de comunicación.
Los abortos de chivas preñadas es una situación que se vive a diario y los productores temen que toda la crianza se perderá de no llegar la ayuda en fardos de pasto, pero también se mueren las chivas viejas. Las pasturas también servirían de alimento para los vacunos y los caballos que utilizan como medio de movilidad. El agua para consumo humano les llega proveniente de Chos Malal en un chulengo, dado que las piletas que poseen en las afueras de la vivienda están vacías. Pero el chulengo es sólo para beber, asearse y cocinar.
Los campos no están en condiciones y la falta de pasturas hace que los animales están perdiendo los kilos ganados en las veranadas, por lo que no sólo bajarán los índices de preñez, sino que adicionalmente existe muerte de vientres que terminarán diezmando los rodeos.
En el caso de Ramona y su familia, los animales habían llegado en excelente estado del campo de veranada en Vaca Lauquén. Ahora no se resigna a perder el único capital que posee: sus animales. Viven en El Lechugal hace más de seis años.
Cuando "Río Negro" visitó el lugar se encontraba allí Ramón Nonato Román, un vecino y amigo de la familia que había llegado para ver si necesitaban algo. Román vive en otro sector de este paraje, en el puesto de su padre, Juan Bautita. Allí la situación es parecida, aunque poseen además otros problemas. Refieren que hace tiempo que pagaron las tierras donde poseen vacas y chivos, pero no tienen el título de propiedad. "Necesito que regularicen las tierras de mi padre", indicó Ramón, quien además se refirió al tema de la sequía al manifestar que "si no tenemos crianza no tenemos para vender, los animales están flacos porque falta el agua y los pastos".
Roberto Solorza es un criancero de 63 años que vive en Agua del Overo con sus dos hijos y, al igual que todos los que viven en las cercanías, ve morir a diario sus animales. "No recuerdo sequía igual en años", asegura.
También existen problemas en La Parvita, Agua de Vázquez, Cañadón de la Crianza, El Alamo, Agua Fría, El Agua del Chivato y Agua de la Greda, entre otros, donde viven 16 familias.