ISLAMABAD (AFP/AP) - El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, descartó ayer el estado de emergencia para hacer frente a su peor crisis política en sus ocho años de gobierno por atentados de islamistas radicales y el pedido opositor y de EE.UU para que democratice su régimen laico y autoritario.
Una serie de rumores difundidos durante la noche hicieron pensar que el general Musharraf, que llegó al poder tras dar un golpe de Estado a finales de 1999, iba a decretar el estado de emergencia, también llamado de excepción, para atajar las "amenazas interiores y exteriores". Por "amenazas interiores" se entiende la oleada de atentados y ataques que ensangrienta el país y que en un mes ya causó 230 muertos.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, instó a su par paquistaní, Pervez Musharraf, a celebrar "elecciones libres y justas", si bien respaldó al gobernante militar. "Mi enfoque en términos de la escena doméstica allí (Pakistán) es que él tenga una elección libre y justa y eso es de lo que hemos estado hablando con él (Musharraf) y esperemos que lo hagan", dijo Bush en la Casa Blanca.
Los problemas políticos crecientes de Musharraf dejan a sus partidarios en Washington en una posición incómoda, respaldando a un gobernante antidemocrático pero útil cuyos estrechos vínculos con Bush son parte de las dificultades que padece. La continuidad de Musharraf en el poder es incierta por la agitación política y sus propios errores, y el hecho de que esta semana haya insinuado imponer el estado de emergencia horrorizó a sus aliados estadounidenses. Bush se encuentra bajo presión del Congreso, defensores de los derechos humanos y candidatos de ambos partidos en torno de su complejo matrimonio por conveniencia con Musharraf, y sensible a las críticas de que la relación da preferencia a la utilidad momentánea por encima de la democracia.