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El amigo caraqueño |
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Como los exportadores de petróleo del Medio Oriente, Venezuela es un país pobre según las estadísticas más recientes, el poder de compra per cápita de los venezolanos es menos de la mitad del argentino con un gobierno muy pero muy rico que se ha acostumbrado a usar a su antojo los ingresos procedentes del único producto que puede vender en el exterior. Así las cosas, puede entenderse los motivos por los que el presidente Néstor Kirchner ha hecho de su relación con Hugo Chávez uno de los ejes de su política exterior. Puesto que desde comienzos de su gestión desempeña el papel de rebelde contra el orden financiero internacional que según él es el gran responsable de la debacle que antecedió su llegada al poder, no tiene más alternativa que la de procurar congraciarse con uno de los escasos mandatarios que están dispuestos a prestarle el dinero que necesita. Si bien es de suponer que Kirchner y su esposa no toman muy en serio la "revolución bolivariana" y el "socialismo del siglo XXI" que el venezolano quiere propagar en América Latina y que les molesta su proximidad a personajes siniestros como el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, comprenderán muy bien que les ocasionaría problemas enemistarse con quien es el comprador principal de bonos argentinos. En el transcurso de los años últimos, Chávez ha gastado más de 4.000 millones de dólares en ellos y tal y como están las cosas el monto pronto superará 5.000 millones. Sin embargo, aunque funcionarios como el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, insisten en que "deberíamos y debemos" sentirnos agradecidos por tanto auxilio financiero, no se trata de una manifestación de generosidad o de solidaridad latinoamericana, ya que la tasa de interés que nos es forzoso pagar es decididamente superior a la vigente en los mercados de capitales a los que no tenemos acceso y es el doble de la exigida actualmente por el Fondo Monetario Internacional. Para los venezolanos, la compra de bonos argentinos no es sólo un pingüe negocio sino que también los ayuda a combatir la inflación absorbiendo liquidez, mientras que para los Kirchner es una manera de ahorrarse problemas en el corto plazo, aunque como resultado crezca mucho la deuda externa del país. Desgraciadamente, la turbulencia financiera que desde hace varias semanas está agitando los mercados internacionales ha servido para aumentar todavía más nuestra dependencia de la largueza interesada de Chávez justo cuando haría aconsejable un intento de su parte de alejarse lo más posible del caudillo caribeño, el conflicto con su aliado, Irán, al que se acusa formalmente de estar detrás del atentado sanguinario contra la sede de la AMIA, y el deseo de Cristina de Kirchner de dotarse de una imagen menos tercermundista que la de su marido. Por lo tanto, el gobierno de Kirchner se ve en una situación incómoda. Si el presidente y su esposa logran convencer a los gobernantes de los países desarrollados de que su alianza con Chávez se basa en nada más que motivos económicos, ya que por diversas razones los inversores desconfían de la Argentina y por lo tanto son reacios a prestarle dinero, el venezolano no podrá sino sentirse ofendido. En cambio, si los Kirchner le aseguran que su "amistad" se debe a que en el fondo comparten sus ideas y que, de todos modos, lo consideran un demócrata cabal injustamente cuestionado por los líderes de los países del Primer Mundo, corren el riesgo de verse incluidos entre los "populistas" que a juicio de muchos norteamericanos y europeos están llevando partes de la región a nuevos desastres. Por fortuna, la visita más reciente de Chávez a Buenos Aires fue breve y se vio dominada por temas económicos, de suerte que no tuvo tiempo para organizar uno de aquellos espectáculos multitudinarios en los que hace gala de su odio por Estados Unidos que perjudican nuestra imagen tanto en aquel país como en Europa, donde hasta los "progresistas" antinorteamericanos entienden que el bolivariano es un autoritario peligroso que, además de perseguir a los medios de comunicación que no le gustan, se propone permanecer varias décadas en el poder, pero sucede que a esta altura cualquier señal de que el gobierno kirchnerista lo cuenta entre sus amigos significa que "los mercados" tendrán más motivos para boicotearnos. |
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