El editorial de "La Nación" refiere que en la provincia de Río Negro se ha iniciado un debate sobre la eutanasia, a consecuencia de un proyecto que ha logrado media aprobación en Diputados. La opinión del diario es de rechazo y se basa en varias razones doctrinarias y una de tipo legal : tal normativa , expresa, "toca o roza" el Código Penal que incumbe a la Nación, no a las provincias. Dice que "frases rimbombantes" como "muerte digna", "morir con dignidad" o "encarnizamiento terapéutico" no ayudan a ver con claridad un problema tan relacionado con la ética. Podemos recordar que el diario se había pronunciado de una manera similar cuando, a principios de 1996, el diputado "Chacho" Alvarez presentó en Diputados de la Nación un proyecto de ley relacionado que, aclaró, "no es reivindicar la eutanasia sino permitir la muerte digna". El proyecto establecía que "toda persona que padezca una enfermedad terminal podrá oponerse al empleo de tratamientos que prolonguen la vida a costa de dolor, angustia y sacrificio económico de la familia". En oposición, junto a la diputada Gioconda Perrini quien fundó su voto en que "es necesario aceptar el sufrimiento como forma de purificación" Irma Roy, colega y correligionaria, expresó por su parte y en parecido nivel de racionalidad: "No creo que el enfermo terminal tenga derecho a tomar la decisión de poner fin a su vida, porque nadie sabe lo que le espera".
Estas opiniones formuladas en la prensa y el Parlamento nacional hablan de las dificultades que una legislación de tal naturaleza debería superar para que tuviera sanción en nuestro país. Pero no es sólo aquí donde se presenta como crudamente contencioso este problema agudizado por la ciencia y la demografía. La experiencia de países culturalmente emparentados con el nuestro es igualmente polémica. En Italia, donde se viene discutiendo bajo aspectos diferentes, predomina la opinión del Vaticano (el cardenal Ruini dijo "No all´ eutanasia, sí a la morfina per chi soffre") sobre la de grupos del sector científico encabezados por Rita Levi- Montalcini, Nobel de Medicina. En España hay organizaciones que participan en la discusión desde visiones opuestas. Por caso, la "Comisión para la Defensa de la Vida Humana" que sostiene que "la eutanasia es inmoral y antisocial" y, del otro lado, la "Asociación del Derecho a Morir Dignamente" que preside el filósofo Salvador Pániker.
Otras voces, otros ámbitos
El "Times Literary Supplement" publicó el comentario de Raymond Tallis sobre un libro del jurista norteamericano Neil Gorsuch que tiene por título "The Future of Assisted Suicide and Euthanasia". Tallis, profesor de Medicina Geriátrica en la Universidad de Manchester y líder de la gerontología británica, opina que se trata de un libro encomiable y que sus argumentos en contra del suicidio asistido y la eutanasia merecen una seria consideración. Antes de ponerse a discutirlo y fundamentar por qué no está de acuerdo con sus razones, hace una revisión de lo que está ocurriendo en Inglaterra con un proyecto de ley sobre lo mismo.
Relata que entre el 2003 y el 2005 se debatió en el Comité de Etica Médica del Royal College, bajo presidencia suya, un proyecto de ley presentado a la Legislatura por Lord Joffe para legalizar la asistencia al suicidio de pacientes mentalmente competentes que sufran enfermedad terminal y a persistente requerimiento suyo. El proyecto ha tenido alternativas. Primero fue rechazado en el 2003 por el Comité, en base a razones como la disponibilidad de paliativos en la medicina moderna y la consideración del riesgo de que la sociedad se viera en peligro de caer en un proceso de abusos (la llamada "slippery slope", pendiente muy resbaladiza). Al siguiente año 2004 se hizo una nueva discusión sobre el proyecto y él, que antes tenía alguna duda, habiendo analizado la experiencia positiva de Holanda y del Estado norteamericano de Oregon con su legislación sobre muerte digna (similar al proyecto de ley Joffe que revisaban), adoptó una opinión favorable. De todos modos el proyecto, que tenía opinión positiva de Comisión, fue rechazado en la Cámara debido a la influencia de varios dignatarios eclesiásticos (a pesar, anota, de que la población católica y anglicana se habían manifestado favorable en un 80%). El proyecto, dice el comentarista, probablemente será reintroducido en este 2007.
Según Tallis, una de las razones de la posición del jurista norteamericano contra el suicidio asistido frente a la opuesta de autonomía y autodeterminación (otras razones tienen que ver con la teoría moral secular, la ley y la ética médica) son aparte del temor sobre el riesgo para la sociedad de caer en una pendiente que legitime abusos las propias del creyente religioso: no tenemos el derecho de disponer de nosotros mismos como deseemos; no somos dueños de nuestra vida porque su valor y sentido pertenecen a Dios. Pero su conclusión resulta distinta. Oponerse a la muerte asistida, escribe el profesor Tallis, es formular una decisión activa para imponer sufrimiento. "Yo esperaría concluye que cuando me encamine a una muerte inminente por mi cuerpo que se desintegra atravesado por el dolor, mi doctor no tendrá que arriesgar una sentencia de catorce años de prisión por negarse a abandonarme en la hora de mi más grande necesidad".
Esta manifestación nos evoca una actitud parecida de un famoso periodista italiano que falleció no hace mucho y que en varias oportunidades ("solo decía como un monumento" porque sus amigos habían desaparecido), escribía sobre la muerte. "Tengo miedo de morir pero no tengo miedo de la muerte. Hay una diferencia, aunque sea sutil". En realidad, hablaba de la eutanasia. En un país donde la Iglesia ejerce un magisterio fuerte, ese tema era un desafío. Pero Indro Montanelli estaba acostumbrado a los desafíos y por eso sentó muchas veces su opinión escrita acerca del derecho de escoger cuándo y cómo morir. No entendía la eutanasia como los nazis de Auschwitz, suprimir a quien es considerado inútil o dañino. Pensaba otra cosa: el derecho del hombre, cuando se encuentra condenado a la pérdida de su propia identidad y dignidad por un mal inexorable, a una muerte que, sin sufrimiento, ponga fin a ese calvario que no tiene esperanza.
HECTOR CIAPUSCIO (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Doctor en Filosofía.