Martes 07 de Agosto de 2007 Edicion impresa pag. 48 > Sociedad
560 km en bicicleta para entregar útiles
Un viedmense pedaleó hasta una escuelita de Arroyo Los Berros.

VIEDMA (AV).- Las extremas temperaturas con varios grados bajo cero y el viento que cala el alma no lo atemorizaron. Mucho menos pedalear kilómetros en medio de la inclemencia, sobre caminos de tierra.Y como si eso fuera poco, con un carrito de tiro con 70 kilos de útiles escolares y golosinas.

Nada de todo eso fue un impedimento para cumplir con el objetivo. Andrés Di Leo recorrió 560 kilómetros en bicicleta entre Valcheta-Aguada Cecilio y Viedma. Fueron 228 sobre asfalto y 332 en ripio, durante ocho días a un promedio de 70 kilómetros diarios. Pero valió la pena: cuando llegó a Arroyo Los Berros y Sierra Pailemán lo esperaban los chicos que si bien en esta época del año están de vacaciones, tuvieron el recreo de recibir útiles escolares de un muchacho que llegaba en bicicleta. Andrés disfrutó de la sonrisa de los chicos y agradeció las puertas que se abrieron "para ofrecer lo que tenían" en el rincón de la meseta de Somuncura donde lo encontró la noche, durante la travesía.

Andrés tiene 27 años. Es viedmense, pero cursa ingeniería en Recursos Hídricos en la Universidad Nacional del Litoral en Santa Fe, donde también trabaja y le dedica tiempo a su pasión: el triatlón.

El 24 de julio pasado comenzó su travesía hacia la meseta de Somuncura, ese gigante patagónico que hoy parece ser atractivo exclusivo del turismo de aventura extranjero.

Andrés partió desde Viedma en tren hasta Valcheta. En esta estación apuró el trámite para descargar bicicleta, carrito, bolsas con útiles y golosinas, ropa de abrigo, carpa, utensilios y alimentos para subsistencia. A pesar de la premura terminó tirando por la ventanilla algunas cosas mientras el tren comenzó nuevamente la lenta marcha. En el apuro, la bolsa de dormir quedó debajo del asiento del vagón que siguió viaje a Bariloche. Para el frío extremo esto era un gran problema. Por suerte en los atardeceres del recorrido siempre hubo una puerta que se abrió. Unos ofrecieron hasta una cama donde dormir y si no había, un lugar junto al fogón para tirar el colchón inflable que llevaba. El frío fue difícil de soportar. Por lo menos en dos noches: una en la que debió acampar a la vera de la ruta entre Sierra Grande y San Antonio, y otra en Pozo Salado, en la costa, que fue insoportable.

Pero ninguno de estos contratiempos hicieron que Andrés se arrepintiera. De hecho, confió que lo hará otra vez para completar el recorrido. "La emoción y la alegría" de esos rostros al recibir cuadernos, colores, un simple lápiz o alfajores compensa cualquier inconveniente", dijo.

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