Decíamos que todo seguiría igual. Que la reducción de la cantidad de hinchas en las tribunas visitantes no significaría nada en términos de plan para terminar con la violencia... El transcurrir de la primera fecha del Apertura fue suficiente para y porque hayan ocurrido incidentes, pues no los hubo.

Bastó sólo un fin de semana para comprobar que las patotas enfundadas en camisetas de fútbol seguirían ahí, en las tribunas, locales y visitantes, que en más de una cancha fue evidente que hubo más hinchas visitantes de los permitidos...

También se sabe: hecha la ley, hecha la trampa. Sólo que a veces parece que las trampas se amontonan en los escritorios esperando por sus leyes...

Cada vez que en este país se habla de la lucha contra la violencia en los estadios de fútbol siempre aparece la pregunta "¿cómo hizo Inglaterra para terminar con los hooligans?"

Pero la respuesta no no le sirve al fútbol argentino, porque las circunstancias no son comparables. Esto también se sabe y ya fue dicho, pero preguntárse lo simula tanta pereza y falta de voluntad para terminar con las patotas del fútbol.

Los hooligans no eran grupos organizados, las barrabravas sí. Los hooligans no tienen relación alguna con dirigentes de clubes ni políticos, ni empresarios o personas influyentes, como le gusta decir a Rafa Di Zeo.

En ninguna tribuna del fútbol ingles hubo banderas que digan "Tony Blair presidente". En las del fútbol argentino, en cambio, las barras promueven candidaturas de todo tipo.

El domingo, la barra de Rosario Central, que sí estuvo en La Bombonera de Boca, colgó una bandera que decía "Rafael Bielsa gobernador". El como su hermano Marcelo, es fanático de Newell's. Pero a la patota de Central no le importa. Se sabe, estos tipos son profesionales y saben separar la pasión del trabajo.

JUAN MOCCIARO

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