Domingo 05 de Agosto de 2007 Edicion impresa pag. 35 > Sociedad
Ahora los juguetes sexuales se compran en casa
Como las mujeres no van a los sexshops, cada vez son más comunes las reuniones "Tupper-sex".
Si por momentos hasta se parece a una escuelita del placer femenino. Y aquí cada una cumple su rol. Ahí está ella, la vendedora, parada en el living, con su tonito de "Señorita maestra" del erotismo, explicando con lujo de detalles las bondades de un consolador, las diferentes formas de pasarla bien con un inofensivo patito sumergible o cómo sorprender a la pareja con una sensual tanga de caramelos. Siempre didáctica, asumida en su posición de experta, de conocedora de lo que habla. Y, por supuesto, inalcanzable.

Y enfrente, ellas: las novatas. Las que quieren iniciarse en esto de que la cama también puede ser un terreno para el juego, las que preguntan, agarran, tocan, prueban y se matan de risa. Las que se olvidaron de los prejuicios y se decidieron a experimentar. Y también las que habían probado antes, sólo que ahora no tienen que estar en Buenos Aires o en el exterior para comprar sus juguetes sexuales preferidos.

Así funcionan las reuniones "Tupper-sex" en la región, una movida que llegó hace poco, que ya se convirtió en un éxito y que tiene sus propios códigos: sólo participan mujeres, nunca se confunde el erotismo con la pornografía, siempre se garantiza el anonimato y, dicen, la satisfacción está garantizada.

Todo empezó cuando alguien se puso a pensar y no tardó mucho en darse cuenta que la gran mayoría de las mujeres no va a los sex-shops. Fue así que en Estados Unidos y Europa se puso de moda este sistema de venta directa de productos eróticos que no tardó en llegar a Argentina.

Hace casi dos años una licenciada en administración de empresas creó su propia firma en Buenos Aires y se expandió por todo el país.

 

La movida en la región

 

En Neuquén, fue una diseñadora gráfica la que se subió al negocio este año y desde entonces ya realizó un par de eventos masivos (en los que participaron más de 150 mujeres por noche) y al menos 40 ventas domésticas que imitan el modelo de esos encuentros con las que las amas de casa mataban el ocio doméstico hace no tantos años: las célebres reuniones "Tupperware": allí donde abundaban las masitas, el té caliente y toda la oferta disponible de recipientes, vajilla y otros productos para el hogar.

Ahora la escena es la misma, sólo que los envases plásticos fueron reemplazados por consoladores de todos los tamaños y colores, lencería sexy (corpiños con transparencias, preservativos y polvos con diferentes sabores, bombachas chiquititas, portaligas de cuero de conejo o de hilo de seda blanco) y juguetes eróticos que vibran, hechos en base a silicona de color rosa, verde manzana o fucsia, con forma de foca, oruga, pato o patito.

La oferta es enorme. Las fantasías también.

"El sistema es sencillo. Las chicas me contactan, yo voy, les muestro el catálogo, les explico cómo se usan los elementos, charlamos, pasamos un buen rato y compran lo que quieren. A veces se ponen de acuerdo unas amigas y organizan una cena o algo por el estilo, otras veces es un cumpleaños. Son momentos muy interesantes porque las mujeres se relajan y se animan a hablar de sexo sin vergüenza, a contar lo que les gusta, lo que les da placer...es liberador te diría", dice Mariela Hansen, responsable en la región y toda la Patagonia de "Sophie Jones", la marca que hizo punta en el mercado y es pionera en Latinoamérica.

 

Los gustos, las edades

 

"Son mujeres de entre 30 y 60 años que los usan con su pareja, con su amante o solas... eso no se pregunta ni se cuenta. De todos modos, los gustos varían con la edad: las más jóvenes prefieren los estimuladores o cosas por el estilo, las margaritas vibradoras, las bolitas chinas o los mini-bullets para estimular el clítoris, los polvos comestibles... los miran y te dicen ¡mirá qué bonito, qué tierno! Las mujeres mayores eligen los consoladores, incluso los de mayor tamaño, los de doble estimulación... van directo al grano. Sólo atendemos a mujeres, no a hombres ni a parejas. Lo que es importante que se entiendan es que esto no se trata de pornografía, de chabacanería... acá interesa el disfrute de las mujeres, la sensualidad, el erotismo. Nada más", agrega Mariela y cuenta cómo estas reuniones hablan de una nueva relación de las mujeres de la región con el sexo. "Lo que se propone es disfrutar estos productos como complemento para sumar nuevas sensaciones, diversión, salirse de la rutina (en caso de matrimonios de años), y autoconocimiento del propio placer. No se trata de supermujeres dispuestas siempre al sexo, sino de sumar disfrute. Yo pensé que acá en la región eran más tímidas, más prejuiciosas con estas cuestiones, pero me sorprendí. Las mujeres están más liberadas y eso es lo que nosotras proponemos. Incluso hay chicas que vienen con sus madres a las reuniones, o que compran lo que los maridos les encargan. Una vez le sonó el teléfono a una de ellas en una reunión y era la madre, una señora grande... lo más gracioso es que ¡le pidió que no se olvide de llevarle algo!... Esa es una prueba de cómo las cosas están cambiando... de a poco, pero están cambiando", dice y para ella está clarísimo: ese es un dato para empezar a festejar.

En el mundo del "Tupper-sex" el lema es "ningún adulto sin su juguete" y muchas ya lo están poniendo en práctica. Ellas lo repiten constantemente: aquí todo está permitido con tal de alimentar la imaginación.

 

ADRIAN ARDEN

 

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí