Domingo 05 de Agosto de 2007 Edicion impresa pag. 31 > Policiales y Judiciales
LA SEMANA EN SAN MARTIN DE LOS ANDES: señor editor

Señor editor, me apena informarle que he cometido un desliz impropio del buen escriba. Con los datos a la mano me he dejado llevar por ideas, sin ocuparme de pedir precisiones a la gente que sabe... a las fuentes nuestras de cada día. A esas fuentes que el periodismo insulso y obvio llama "dignas de crédito". Pero permítame expiar en parte tanta culpa: ¿a qué fuente se recurre para explicar lo inexplicable?

Usted podrá argüir que, en este caso, sería un buen comienzo llamar al funcionario pertinente en el Registro Nacional de Reincidencias, en el Registro Nacional de las Personas, en la Cámara Nacional Electoral, en la Dirección Nacional de Migraciones o en la Policía Federal. Pero, señor editor, permítame algo de lo que me avergonzaría en otras circunstancias: concédame prejuzgar sobre el tenor de las respuestas. Es probable que cada funcionario diga que no ha hecho más que su trabajo, y le endilgue culpas, si las hubiere, a ese monstruoso ser inasible, propio de los cuentos de Howard Lovecraft, que se suele llamar "el sistema".

Lo triste del caso es que esa respuesta sería muy cercana a la verdad... Es que hurgando en la superficie al conocer la fantástica historia de un boquetero español, que fue detenido en San Martín de los Andes cuando intentaba robar en una financiera, puede enterarme de que confundir a las autoridades inventando identidades no es una hazaña desusada. El sujeto en cuestión tenía seis nombres registrados, nada menos.

Ese vivillo quedó preso, pero de hecho, aquí mismo, en esta pintoresca villa de montaña, ha habido otros casos de múltiple identidades, sin difusión pública. Parece que es un asunto bastante común en los centros turísticos. Bueno, más que eso: por aquí hasta ha habido un juez que vendía coartadas a los delincuentes en visitas de pesca. Ese magistrado ya está en galera... Pero disculpe usted la digresión.

A lo que iba es que suele ser más sencillo de lo que pareciera, ser atrapado por un delito menor excarcelable en un lugar del que uno no es residente, y dar allí una identidad falsa con el simple trámite de argumentar el extravío del documento. La Policía lo ficha a uno con el nombre supuesto y las huellas dactilares, y luego los datos se envían al Registro Nacional de Reincidencias. Lo que ocurre es que en el RNR queda archivada la "data" y no vuelve a "saltar" a menos que un policía, un fiscal o un juez, despiertos y con ganas de hacer su trabajo, pidan el cotejo de las huellas dactilares valiéndose, por caso, de un simple escáner. Como esos funcionarios que hacen siempre un poquito más no abundan en todos lados, es que pueden existir los fulanos que hacen tropelías en un lugar con el nombre de Mengano, los atrapan, los sueltan y roban en otro sitio como Perengano; los sueltan y vuelven a robar en otro punto del mapa como Zutano...

Señor editor, sabiendo de su indulgencia, quedo suyo.

 

FERNANDO BRAVO

rionegro@smandes.com.ar

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