Y no hubo final feliz. Si querían ser fieles a sus personajes no podía haberlo. La tercera temporada de "Grey's Anatomy" terminó el lunes pasado sin boda. La que abandonó al novio en el altar no fue la doctora Yang (Sandra Oh) como podía suponerse, sino que fue el doctor Burke (Isaiah Washington) quien dejó a la muchacha y con su aplomo característico dijo adiós. Una definición que si bien fue congruente con la historia también tiene mucho que ver con los problemas que la producción tuvo con el actor y sus declaraciones homofóbicas. Elegantemente lo dejaron fuera de la serie que en la Argentina emite Sony Entertainment Television.

Fue un capítulo que no tuvo la tensión del final de la segunda temporada y que más que cerrar abrió posibles conflictos para la cuarta, ya anunciada para el año próximo.

Dudas y decepciones surcaron el final que se dividió en varias líneas y se ocupó de todos los personajes. Las decepciones de quienes no lograron ser los jefes de cirugía o de residentes del Seattle Grace, las dudas de los que no pueden definirse y hacer lo que realmente desean.

Un episodio que, si bien fue sentimental, logró en la dispersión y el equilibrio con que fueron presentadas las historias no convertirse en un capítulo lacrimógeno y tuvo un cierre de lujo con una última secuencia muy bien lograda desde que se escuchan los primeros acordes de "Keep Breathing" de Ingrid Michaelson.

La canción como fondo o en primer plano enlaza finales y principios. A Meredith anunciando la cancelación de la boda y el fin de su relación con el doctor Shepherd, la posible reconciliación de Richard Webber y su ex esposa, Alex quedándose solo, Callie e Izzie esperando a George -quien debe asumir su fracaso como residente- en la iglesia, Christina en el departamento que compartía con Burke descubriendo su abandono entre la ambivalencia de sentirse libre y el dolor de haberlo perdido, los nuevos residentes que llegan y entre ellos la medio hermana de Meredith, presencia que preanuncia un triángulo sentimental futuro. (S.F.).