Domingo 05 de Agosto de 2007 Edicion impresa pag. 45 > Cultura y Espectaculos
Pesadillas que no asustan
"Nightmares and Dreamscapes", una miniserie de gran calidad técnica y poco miedo.

Hacer ciclos de terror no es nada fácil. Ni siquiera cuando se tiene desde el vamos una carta ganadora como lo es contar con la base de los cuentos de Stephen King, uno de los maestros del género en las últimas décadas. Que dar con el tono justo no es sencillo es lo que demuestran los tres primeros capítulos de "Nightmares and Dreamscapes", la miniserie que emite los martes a las 23 Warner Channel.

Cada capítulo cuenta con excelentes actuaciones, una dirección impecable, lo mismo que la fotografía. Pero en lo visto hasta el momento las adaptaciones no son de lo mejor.

A las tres historias emitidas les falta algo fundamental: el miedo. Y en cambio les sobran los lugares comunes.

En la primera de ellas -" Battleground"- casi no existe el diálogo, lo que no es un problema ya que la banda sonora aporta un buen clima y William Hurt mantiene la tensión desde que aparece en la pantalla. A pesar de esto en cuanto el actor que interpreta a un asesino a sueldo recibe la caja misteriosa de la que saldrán los soldaditos de juguete vengadores ya sabemos qué es lo que va a pasar. Lo previsible llega con muy buenos efectos especiales, muy bien filmado por Brian Henson, pero la batalla entre el hombre y el ejército de plástico termina siendo demasiado larga y repetitiva.

El segundo episodio, "Crouch End" tampoco atrapa y ni bien la pareja de recién casados llega al suburbio londinense para cenar con un amigo aparece la idea de las distintas dimensiones, bastante común dentro del género de terror. También hay muchas referencias -¿homenaje?- nada sutiles a H.P. Lovecraft y varios de sus cuentos, entre ellos "La llamada de Cthulhu", nombre que hasta aparece en los carteles de los negocios en las calles.

En "Umney's Last Case"- que se emitió el martes pasado- desde que comienza y notamos la coloración casi dorada de las primeras secuencias y con esto ya sabemos que estamos ante un relato que va dividirse en dos realidades, ya que esta opción estética está demasiado usada para marcar las diferencias temporales o de planos diferentes en los relatos fantásticos.

Magistral está William Macy en su composición de dos personajes: el detective de ficción y el escritor que lo crea y luego lo obliga a tomar su lugar en un presente en el que no puede superar la muerte de su hijo.

Todavía faltan cinco capítulos y es de esperar que a la muy buena realización técnica y a las actuaciones que superan lo correcto se les sume el suspenso, la sorpresa y el miedo.

 

SILVINA FERNANDEZ

sfernande@rionegro.com.ar

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