VIEDMA (AV).- Un relevamiento social realizando en Río Negro ratifica que la pobreza está relacionada con la situación laboral.
Casi ocho de cada diez carenciados no tienen empleo, y la mayoría sólo tiene estudios primarios o directamente ninguna instrucción.
En la Argentina, "el desempleo es el eje de la desintegración social. Ser pobre no es tener poca plata sino estar sin trabajo. El excluido no es el humilde sino el desempleado", según una conclusión de un documento del Banco Mundial.
El escenario sobre la pobreza en Río Negro confirma esa evaluación a partir de los registros del primer relevamiento del Ministerio de la Familia con el Sistema Integrado de Administración de Programas Sociales (SIAPS). Esta informatización de los beneficiarios permitirá próximamente su cruzamiento otros programas nacionales y municipales.
Por ahora, el sistema tiene incorporados a los 80.798 beneficiarios del Comer en Familia, que conforman 16.675 grupos. Casi cinco miembros por cada familia.
El relevamiento oficial concluyó con un registro de datos de la condición laboral, alimentaria, educativa y habitacional.
Queda ratificado como se entrecruzan las condiciones y que no es únicamente una cuestión de escasos ingresos. Todo concluye en una carencia social: el hambre se enlaza con los problemas de la vivienda, con la dificultad de acceder a la cobertura médica y con la preparación educativa.
Aquel documento del Banco Mundial establecía varias facetas y advertía de "la desintegración del núcleo familiar por presión de las tensiones provocadas por las situaciones de penuria". Desaparece la "solidaridad familiar" y entonces se "acrecienta la desigualdad, la violencia y la criminalidad a las que están expuestos los pobres".
En el análisis rionegrino, el 77% de los beneficiarios "económicamente activos" no tienen trabajo, de los cuales, un 17% tiene alguna 'changa' (subocupado)
Entre los empleados aparecen esencialmente mujeres. Menos del 20% de los que se registran con trabajo son hombres.
La canasta "básica familiar" y la "total" constituyen mediciones para establecer si una familia es indigente o si es pobre, considerando los ingresos que varían según la integración del grupo. Una familia de cuatro miembros requieren actualmente 404 pesos y 873 pesos para cubrir las canasta básica y total.
Entre las casi 17.000 familias relevadas, alrededor de un 74% vive en casas.
El resto se divide en casillas (11%), departamentos (7%), ranchos (4%) y, entre otros, conventillos (2%).