La alerta financiera quedó en evidencia esta semana con la demora en el anuncio del pago de los salarios.
Un elemento que desnuda otro frente: el político.
La incertidumbre transforma en sospecha el manejo del ministro Pablo Verani de las buenas y de las malas noticias. Un protagonismo que irrita a más de uno en cercanías del gobernador.
Todo oculta como siempre el reposicionamiento futuro.
Lo cierto es que Río Negro agotó sus reservas y atesora recursos cada mes para cumplir con salarios y proveedores. Una tarea complicada. El martes comenzará el pago de haberes y concluirá el fin de semana, posiblemente con adelantos en descubierto del agente financiero. Sólo lo evitaría con un auxilio nacional en trámite.
Volvió el debate estructural. Río Negro como la mayoría de las provincias tiene razones suficientes para quejarse de la distribución de los recursos de Nación. Sigue pendiente revisar la coparticipación federal, como lo establece la Constitución Nacional de 1994. El porcentual remitido es inferior a lo normado y diferentes ingresos federales no se asignan a las provincias.
El presente expresa esa realidad y el futuro pronostica más achicamiento.
Dos medidas económicas de Kirchner impactarán negativamente en la gestión de Saiz: la baja imponible para el Impuesto a las Ganancias representará una caída anual de los ingresos de 650 millones, afectando en 16 millones a Río Negro, mientras que la Nación además subirá las asignaciones familiares, que se transformarán en otra presión gremial y salarial para el Estado rionegrino.
La urgencia exige reacción provincial. Una inexistente actitud frente a Nación aunque, hace un año, Saiz justificó su alineación al gobierno de Kirchner para constituir un marco de debate de políticas públicas, como la coparticipación y, entre otras, el tratamiento de la deuda pública. En ese ámbito, la Concertación estuvo ausente.
En la coyuntura, sobran datos técnicos para pedir recursos a la Nación. Los aportes del Pacto Fiscal están desactualizados y cada pedido se volatilizó ante la discontinuidad en la acción institucional. Aquella ausencia concluyó en el atajo de hoy: Río Negro requirió y se tramita un aporte de 50 millones de pesos, que responde ahora al benevolente gesto del presidente Kirchner en favor de un gobierno aliado. Clientelismo mayor.
El ministro Verani alertó esta semana sobre "la fragilidad" de las finanzas. Un planteo que se computa más con el futuro que con el presente. Un mensaje que se direcciona al interior del gobierno más que a los de afuera.
La ortodoxa receta de que el vacío financiero se afronta con más concentración de recursos y desembolsos. Hacienda ya atesoró los fondos específicos de las diferentes áreas para pagar los haberes.
Monopoliza más poder y protagonismo. Las reacciones internas no son buenas. Lo peor es que desconfían del diagnóstico de la cartera de Verani. Creen que exagera. Saiz mismo dubita entre ambas versiones.
La "fragilidad" financiera realmente desplazará las políticas públicas y moverá actores de escena.
Por caso, el BID anticipa dificultades en extender el plan de doble jornada en la primaria, pues se requiere un 80% de masa salarial adicional. Las primeras 10 escuelas sumaron costos por unos 3,5 millones anuales y, en cuatro años, Río Negro pretende llegar al centenar, según el programa diseñado con el banco.
Educación priorizará cumplir con los plazos diseñados. La disponibilidad es un debate por venir. Un interrogante para una política de reformas mientras la Legislatura gastará 10 millones más en el 2007. La suba responde a mejores sueldos, pero el impacto se explica en el permanente ingreso de personal. La utilidad ciudadana de ese crecimiento se desconoce.
Así, el escenario financiero incorpora otro enfoque para el nuevo gobierno de Saiz. Ese pronóstico derrumba el proyectado Ministerio de Obras Públicas. Ya en el 2003, Verani no lo quiso y Saiz se lo aceptó porque era inconveniente separar la fuente de los recursos de las ejecuciones de obras. Las motivaciones se acentuaron. Por eso, todo seguirá igual o, por lo menos, lo será si Verani sigue en Hacienda.
También se reeditó la unificación de las áreas sociales, como Familia y Salud, con un reforzado Consejo Provincial. La explicación inicial era compatibilizar acciones, pero ese objetivo quedó desplazado.
Igual, mucho tiempo distancia todavía a Saiz de esas definiciones. Esta semana se signará a confirmar acuerdos y la estrategia para la Convención del sábado.
Mañana recibirá finalmente en la Residencia a la docena de los principales referentes radicales. Poco saldrá de esa reunión, salvo un comité de campaña. Todo está casi resuelto. Ya están las primeras candidaturas de la Concertación: Pablo Verani al Senado y el gremialista Juan Carlos Scalesi a Diputados. Falta la segunda del ex gobernador: se alistan la diputada Noemí Sosa que impulsa Bautista Mendioroz y, entre otras, la titular de Altec, Graciela Di Biase.
Scalesi aceptó tras la insistencia de Saiz y de Verani. Antes, lo alentó el mandamás de la UPCN de Nación, Andrés Rodríguez. Acordaron que seguirá en la conducción sindical y su par nacional arengó la necesidad de sumar aliados gremiales en el Congreso. Con Scalesi, se derrumbó la opción de la justicialista Silvina García Larraburu. La diputada electa solamente evaluaba su pase a la Concertación si encabezaba la lista. Esa maniobra se inició en el gobernador, pero la ejecutaron Iván Lazzeri y Marcelo Cascón. Pudo ser.
Tardío, la Convención radical debatirá su papel en la elección nacional. La resolución está marcada en favor del kirchnerismo. Pero, el diputado Chironi y los suyos defenderán la orgánica nacional: una oposición con la candidatura de Roberto Lavagna.
Aquel pronóstico de riesgo financiero y los temores de división partidaria ya dejan de ser una vaga impresión.
ADRIAN PECOLLO
pecollowa@yahoo.com.ar