La mera insinuación por parte de Quiroga de que estaría planeando ir por una senaduría "no lo descarto", dijo a este diario, desató una tempestad entre sus aliados del Pejota. No es para menos, en el acuerdo que dio origen a la Concertación Neuquina los candidatos a los cargos legislativos nacionales quedaban para el kirchnerismo, e inclusive sería el propio Kirchner quien los seleccionaría.

En realidad, el avance de Quiroga sobre este terreno está íntimamente ligado al desarrollo de la puja entre la oposición y el MPN por la principal ciudad de la provincia. Un escenario donde a pesar de lo que machaconamente repiten políticos y periodistas, el partido de Sobisch y Sapag es en realidad oposición y no oficialismo como en la provincia, y el oficialismo, o sea el quiroguismo, no logra encolumnar detrás de sí a todos los que son oposición en la provincia. Que algo tan evidente pase a ser casi inadvertido, quizás haga al quid de la cuestión.

Precisamente, esta íntima vinculación entre la pelea por el municipio más grande y rico de la provincia y las veladas aspiraciones nacionales de Quiroga, parece guardar relación con las limitadas expectativas que mantiene el actual intendente de retener para sí esa formidable plataforma política, y la consecuente búsqueda de otros horizontes que le permitan mantenerse en la cresta de la ola hasta el 2011, ya sea para intentar nuevamente la gobernación o para volver a la municipalidad.

En esta hipótesis no es más que eso a Quiroga sólo le convendría ganar en octubre o, en su defecto, perder pero convertirse en la principal fuerza de oposición municipal (y provincial), y no le serviría para nada que un "aliado" gane la comuna. Porque ya se sabe que el riesgo con los que se prueban el traje es que se lo quieran quedar y, de ocurrir algo así, en el 2011 Pechi se podría encontrar, más que con un socio, con un poderoso competidor.

Acaso sea por este motivo que detrás de las apelaciones formales a la unidad formuladas una y otra vez por Quiroga y su gente, la forma en que realmente éstos parecen concebirla es la de una sencilla fila india, cada fuerza con su propia lista de concejales detrás de Martín Farizano.

Sin perjuicio de que Quiroga pueda lograr finalmente su aparente cometido de alinear al resto de la oposición detrás de él o impedir una unidad que no podría manejar, no está escrito que el intendente, ahora que los peronistas han detectado su jugada, pueda convertirse en senador o al menos diputado nacional de la mano de su amigo, el futuro compañero de fórmula de Cristina Fernández, Julio Cobos.

Esto, para no hablar de la amenaza latente de intervención que se cierne sobre el distrito partidario que Quiroga ha empeñado en una sociedad con el kirchnerismo y que tuvo su aperitivo con el desembarco del líder de la UCR, Gerardo Morales.

En este contexto, en el que proliferan los pronunciamientos agónicos sobre una unidad en la que ya pocos creen seriamente, surgió ahora la posibilidad de realizar una interna entre los candidatos en danza Farizano, Massei, Bermúdez, Mansilla para dirimir de una vez por todas la cuestión.

Pero como se encargó de apuntar el diputado nacional del Frente para la Victoria, para que una propuesta de este calibre tenga realmente asidero, la compulsa debería ser totalmente abierta. De otra forma, cercenando la posibilidad de algunas fuerzas de participar, y partiendo de la base de que algunos candidatos no tienen detrás una verdadera organización política -y mucho menos un aparato como el del quiroguismo- la propuesta no revestiría seriedad y se parecería más a un excusa para no concretar la meneada unidad que a cualquier otra cosa.

Mientras la oposición (provincial) hace lo necesario para naufragar una vez más en un océano de buenas intenciones, el candidato oficialista (provincial), José Brillo, consolida las posiciones alcanzadas en meses de campaña construyendo un perfil de reserva y sobriedad, tipo Macri, que busca presentar como la cara opuesta a la de sus competidores.

Acaso porque percibe claramente que los devaneos de la oposición no hacen sino reafirmar sus propias posibilidades, en una entrevista que publica hoy este diario, Brillo admite sin perturbarse que lo que domina el debate político actual es la posibilidad de "que la oposición se una o no" para la elección municipal, y la pulseada por las candidaturas a diputados y senadores en el interior del MPN.

Brillo contesta a quienes lo presentan como "el delfín de Sobisch", al recordar que se fue hace tres años del gobierno y al señalar que si bien aquel a quien alguna vez consideró su papá es el cacique partidario, "hoy mi proyecto es con Sapag".

Omite decir que si bien en el 2005 fue despedido sin contemplaciones del gobierno, tiempo después volvió al despacho del gobernador para aceptar ser su candidato a diputado nacional, y que ha sido también un activo operador de la deshilachada campaña presidencial de Sobisch.

Con todo, el candidato emepenista no miente cuando dice que "hoy" está más cerca del gobernador electo. Habría que ser ciego, sordo y mudo para no percibir que el poder de Sobisch se está esfumando rápidamente y si algo tienen las figuras como la del ex jefe de gabinete, que accedieron a la política desde posiciones no partidarias, es un gran pragmatismo.

Tampoco miente Brillo cuando señala que el otro tema de debate dominante es la elección de los candidatos legislativos del MPN. Mañana, cuando venza el plazo para la presentación de avales se sabrá con certeza, pero por lo pronto no puede hablarse de una lista de unidad excluyente. Hasta ayer, lo más probable era que además de la divisa Azul que contaría con 7.000 avales más de los necesarios se presentarán dos o tres más.

Con todo, casi había consenso sobre la posibilidad de que la lista "de unidad" llevara al sapagista Horacio Lores de primer candidato a senador (esta vez el MPN no se preocupa por el segundo lugar porque malicia que la cosecha será magra). Y en cuanto al diputado (también se descuenta que entrará uno solo), se hablaba de una figura cercana al salvatorismo, como por ejemplo Claudio Andreani, el ex compañero de fórmula del senador en la interna, o de alguien menos comprometido con ese sector, pero tampoco abiertamente sapagista. Más probablemente, una mujer.

HECTOR MAURIÑO