Martes 31 de Julio de 2007 Edicion impresa pag. 33 > Policiales y Judiciales
No declararon los detenidos por el homicidio en la toma de Plottier

NEUQUEN (AN).- Los dos detenidos por el crimen de Pedro Raúl Botazzi (23), el joven asesinado a golpes la semana pasada en la toma Carlos Fuentealba de Plottier, se negaron ayer a declarar y seguirán presos hasta que el juez resuelva la situación procesal de ambos.

En las primeras horas de la tarde fueron citados por el juez Marcelo Muñoz para declarar, pero optaron por mantener silencio en torno al crimen. Si bien sus identidades se mantienen bajo reserva, se trata de un joven de 20 años y otro de 24 años, afirmaron fuentes judiciales consultadas por "Río Negro".

Según los investigadores, el más joven sería quien le dio el golpe mortal en la cabeza a la víctima, mientras que otro habría sido quien lo ayudó a cargar el cuerpo en un auto para llevarlo hasta el descampado donde lo prendieron fuego.

El magistrado tiene ahora un plazo de diez días para resolver la situación procesal de cada uno de los acusados, y hasta que tome la resolución ambos permanecerán detenidos.

Junto con ellos hay dos menores de edad sospechados, uno de los cuales sería hermano del principal sospechoso y lo habría ayuda a cometer el crimen, según creen los pesquisas. El otro, lo habría presenciado. Los dos están a disposición de la Justicia de Menores.

El crimen ocurrió el pasado 26 de julio cerca de la una de la madrugada en la toma ubicada entre los barrios 108 viviendas y Los Alamos de Plottier. Todo indica que el móvil fue un pedazo de tierra que se disputaban la víctima y el principal acusado de asesinato.

 

Ataque a golpes

 

En una de las casillas, Botazzi fue atacado a golpes y murió por "aplastamiento de cráneo", según reveló la autopsia. Su cuerpo fue cargado en un Renault 12 y trasladado unos 300 metros hasta el predio de una ripiera.

En ese lugar lo rociaron con combustible y lo prendieron fuego. A la mañana, cerca de las 11, un camionero que pasaba por el lugar vio el cuerpo. El cuadro era tétrico: una jauría de perros se estaba comiendo lo que quedaba. El padre de la víctima, que al día siguiente del asesinato quemó las casillas de la toma que pertenecían a los presuntos involucrados.

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