JUAN MOCCIARO

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Este viernes vuelve el fútbol de primera a las canchas... y los hinchas a las tribunas, todo un problema para la dirigencia. Las últimas imágenes son de locura y muerte, dentro y fuera de los estadios.

Hace apenas un mes que ocurrieron los sucesos de Mataderos, tras el descenso de Chicago y el asesinato del hincha de Tigre, Marcelo Cejas, en las afueras del estadio. A Chicago lo sancionaron con la quita de 20 puntos en la próxima temporada, cuando juegue en la B Nacional.

Es probable que esta tarde en la AFA decidan que las tribunas visitantes sean reducidas a la mitad de su capacidad. Algo es algo, ya que en el ascenso directamente no habrá público visitante. La lógica que parece imperar en la AFA es: menos visitantes, menos violencia. Extraña lógica, ya que fue la hinchada de Chicago, local aquella tarde, la que tomó por asalto el campo de juego y buscó con instinto asesino a los visitantes de la tribuna de enfrente. ¿Será que si en vez de 3.000 hinchas de Tigre hubieran sido 1.500, entonces los de Chicago habrían asumido el descenso de su equipo con caballerosidad e hidalguía...?

La semana pasada, Horacio Elizondo, flamante coordinador de Programas Deportivos Educacionales, tuvo una muy mala idea. Propuso pactar con las barrabravas: "...no hay otro camino que pasar del aparato represivo al inclusivo, firmando un pacto. Sentemos a todos a la mesa y veamos qué necesidades tiene el barra, el policía y cómo podemos solucionarlo".

O Elizondo es muy ingenuo o en verdad ya no hay más opción que institucionalizar las patotas, darles entidad e involucrarlas en la búsqueda de soluciones para terminar con la violencia que ellos mismos provocan.

Así las cosas, las barras seguirán golpeando, amenazando, extorsionando, negociando y ganando dinero. Porque ese es su trabajo y no les va nada mal.