SAN ANTONIO OESTE (ASA)- El desarrollo económico de esta ciudad del este rionegrino ha mostrado signos evidentes de crecimiento en los últimos meses. Sin embargo, y muy a pesar de esta realidad, más de 500 familias aún deben recurrir a la asistencia directa del Estado mediante módulos alimentarios, para poder cada mes disponer de la base nutricional imprescindible para la salud y el bienestar individual.
Una simple recorrida periodística permitió a "Río Negro" encontrar casos de distintas características relacionados con las carencias y la pobreza extrema. Testimonios que podrían multiplicarse por cientos si la búsqueda se amplía por más calles y barrios de esta localidad.
Desde el área de Desarrollo Social, su responsable desde diciembre pasado, Carlos Dalmasso, reconoce que aún resta mucho camino por andar para encontrar soluciones de fondo para la promoción social.
"Redujimos las prestaciones permanentes de 1500 familias de hace algunos años, cuando el asistencialismo estaba desbordado, a las 500 actuales. No obstante, muchas de esas mil cada tanto vuelven en busca de ayuda, por cambios en la conformación familiar, crisis, situaciones de emergencia o necesidades puntuales", reconoce el profesional que a fines del año pasado siendo empleado del área fue puesto al frente de la cartera.
Muchas veces la labor del área de Desarrollo Social choca contra las promesas políticas que finalmente acaban en incumplimientos dolorosos para los mismos ciudadanos. Dalmasso se escuda frente a ello y responde: "yo no me puedo hacer cargo de promesas que haga el intendente. A veces la gente cree que porque habló con algún funcionario de otra área ya está y no trae su inquietud a nuestro sector. Todo lo que llega acá es respondido, ya sea por sí o por no pero se responde", aclara.
Así sale al cruce de al menos dos de los testimonios recogidos en los últimos días por este medio. Unos es el de Ciriaco Reynoso, un obrero que quiere volver a trabajar pero que por ahora no tiene más alternativa que salir a buscar chatarra y basura para revender para alimentar a sus hijos.
El restante es el de Raquel Patiño, una mujer que trabajó varios años temporariamente para el Municipio y que tras habérsele manifestado mal de Chagas quedó imposibilitada de cumplir tareas laborales. Frente a las necesidades, profundizadas por razones de salud, la mujer con varios hijos y un nieto pidió al intendente Adrián Casadei subsidios para el pago del gas. "Yo estaba confiada que el Municipio me estaba pagando, pero un día llegaron de la empresa y me sacaron el medidor, eran 107 pesos, y ahora para reconectarlo necesito 270", cuenta con indignación.
Desde Desarrollo Social se la incluyó en el plan de la garrafa social y se le paga parte de la luz, que en estos meses de crudo invierno subió de 25 pesos a casi 70 porque debe usar una estufa de cuarzo. Dalmasso conoce el caso y recuerda que tiempo atrás enviaron a un gasista para que verificara el estado de la red.
La mujer que vive con sus hijos y su nieto de dos años a apenas tres cuadras de la oficina de Acción Social pasó el invierno sin gas y penando por su salud. Como muchos otros vecinos de la ciudad creyó en promesas que no se cumplieron y ahora espera una mano para continuar enfrentando las adversidades que se presentan día a día.