VIEDMA (AV).- Varios son los robos que han sucedido en los últimos días en la capital rionegrina. El tema preocupa y mucho, más aún si se tiene en cuenta que en la mayoría de estos hechos han sido utilizadas -al menos exhibidas- armas de fuego. Como si esto fuera poco, la gravedad se profundiza con la participación de menores.

Para la delincuencia adulta, la utilización de chicos les garantiza libertad. En el caso de ser sorprendidos por la Policía, los menores sólo son demorados hasta que sus padres pasan por ellos y los mayores que organizaron el robo siguen mirando de la vereda de enfrente.

Pero la participación de menores genera una doble situación de riesgos porque ante una circunstancia extrema como éstas, nadie puede garantizar que el arma no sea utilizada sólo por el miedo y los nervios de estar en ese lugar. Para un chico esta experiencia es totalmente desconocida y violenta, más allá que se mantenga en contacto con quienes han atravesado por esta situación varias veces y hasta perdido la libertad por esta causa.

Además, en esta época del año de vacaciones, de invierno varias son las familias que viajan, por lo que muchas casas quedan solas. En Viedma, los uniformados trabajan en horario recargado pero esto no basta.

Un día un comercio de venta de ropas, otro una despensa en el barrio Lavalle donde la propietaria resultó lesionada en la cabeza con un culatazo que le propinó el delincuente porque la mujer no tenía más que ocho pesos. El hombre, se enojó, le pegó con el arma y se dio a la fuga en bicicleta.

El domingo, un hombre mayor de edad que había recuperado recientemente la libertad fue detenido al ser sorprendido por la Policía en una vivienda del radio céntrico en la que -con la ayuda de un menor de edad- había seleccionado elementos de valor para partir con ellos. Y así se han sucedido varios hechos similares.