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Jueves 26 de Julio de 2007
 
Edicion impresa pag. 20 y 21 >
Fidel sigue marcandoel ritmo en Cuba

Su larga convalecencia, que hoy cumple un año, y el inusual silencio que durante meses guardó en temas políticos hicieron vaticinar a muchos que Fidel Castro se aproximaba a un fin por casi nadie previsto: irse apagando lentamente.

Sin embargo, aunque todavía no hay visos de un retorno ni seguridad alguna respecto de su completa recuperación, el líder cubano, de casi 81 años, ha dado muestras en los últimos meses de su intención de seguir marcando las pautas hasta el final y de continuar haciendo lo que mejor sabe, ser el "guardián" de una revolución inspirada, ejecutada y liderada por él mismo durante casi medio siglo. La vía que ha hallado para ello es, por el momento, la escrita.

El comandante en jefe ha cambiado uniforme y tribuna por ropa deportiva y pluma y, en los últimos cuatro meses, ha redactado una treintena de "reflexiones" que los medios cubanos difunden profusamente.

Desde ellas, ha dirigido numerosos dardos a su eterno enemigo, Washington, pero en los últimos tiempos también se ha volcado de nuevo en la política doméstica con un objetivo claro: ante su ausencia de las tareas diarias de gobierno, marcar los límites de los posibles cambios y defender, ante todo, el mantenimiento de la revolución cubana. Al precio que sea. "Hasta la última gota de sangre". "Cuba continuará desarrollando y perfeccionando la capacidad combativa de su pueblo, incluida nuestra modesta pero activa y eficiente industria de armas defensivas (...) aunque no creciera el famoso Producto Interno Bruto del capitalismo", afirmaba Castro en una "Reflexión y manifiesto para el pueblo de Cuba" dada a conocer el 18 de junio. Y más recientemente, en una "Autocrítica de Cuba", Castro incluso la emprendía contra un "distinguido burócrata", al que no identificó pero que llamó "bárbaro", por haber dicho por televisión que el "período especial", la gravísima crisis de los años 90 en Cuba tras la caída del bloque soviético, había acabado.

En la misma "reflexión", Castro advertía de los peligros internos que acechan a la revolución, como la actuación de aquellos que "gastan gasolina a diestra y siniestra (...), los que olvidan que el país tiene el deber sagrado de luchar hasta la última gota de sangre y debe gastar en materias primas y medios defensivos frente a un enemigo que monta guardia permanente, pueden comprometer la independencia y la vida de Cuba". Para algunos observadores en la isla, de este modo Fidel Castro está poniendo coto a cualquier posibilidad de apertura de Cuba hacia el mercado y la comunidad internacional que pueda emprender el gobierno interino liderado por su hermano menor, Raúl Castro.

El también ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), a cuyo cargo están algunas de las principales empresas del país, en particular las turísticas, ha iniciado discretos cambios con el objetivo de aliviar las grandes dificultades que atraviesa la población cubana, sobre todo en materia de transporte, alimentación y vivienda. "Hay una conciencia muy grande en la dirección del país de que hay una crisis y que para preservar el poder tienen que dar soluciones", pero "mientras el presidente esté con nosotros, él y su entorno querrán mantener la situación de inmovilismo", sostiene la disidente Miriam Leiva, para quien las tímidas reformas no son más que "paliativos" a una crisis demasiado grande. Castro "es un gran freno para otras fuerzas sociales en general, empezando por los que en el gobierno quieren cambios", opina esta miembro de las Damas de Blanco.

Para Manuel Cuesta Morúa, portavoz de la alianza socialdemócrata Arco Progresista, que aboga por una transición pactada con el gobierno, un ejemplo "claro" de los frenos que está poniendo Fidel Castro a los avances de su hermano es su reacción a la oferta de diálogo realizada por España y la Unión Europea.

Raúl Castro "avanzó hasta donde pudo en el diálogo con España, con el grupo de diálogo, y el tema de los derechos humanos comenzó a debatirse de alguna manera", explica Cuesta Morúa. "Pero Fidel Castro todavía puso límites, es evidente que es él quien ha frenado el proceso", reflejado a su juicio en la respuesta de la Cancillería cubana, que rechazó las condiciones de la UE, y en la "reflexión" de Castro respaldando la réplica cubana titulada "Una respuesta digna". A juicio del también opositor Vladimiro Roca, Fidel Castro "no está bien para gobernar, pero no está mal para dejarlo". Cada vez son menos los cubanos, más del 70% de los cuales no habían conocido antes de este año a otro gobernante que Fidel Castro, que creen que el "comandante" retomará el poder por completo.

Muchos ni siquiera creen que volverá a aparecer en público, al menos en un futuro inmediato. Hoy se cumple un año desde que realizó su última aparición en vivo, con motivo de la celebración del aniversario del asalto al cuartel Moncada, en 1953. Un día después fue operado por primera vez de una afección intestinal de la que nunca se han dado detalles, y el 31 de julio anunció la delegación temporal de poderes en su hermano Raúl. Desde hace semanas, las autoridades mantienen un riguroso silencio sobre su estado de salud o los planes de futuro de la isla.

El propio Fidel Castro, pese a la asiduidad de sus artículos, tampoco ha dado pista alguna por el momento acerca de sus intenciones. El próximo 26, Cuba volverá a celebrar por todo lo alto su "Día de la Rebeldía Nacional" y los ojos del mundo se volcarán una vez más en la busca del ausente más buscado del último año.

 

SILVIA AYUSO

DPA

 
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