SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- En los últimos meses se multiplicaron las absoluciones en las causas por abuso sexual, debido a la apreciación más restrictiva de las denuncias y de los testimonios incriminatorios, tanto por parte de los jueces como de los fiscales.

El arrepentimiento de las denunciantes, aunque no se sabe si es en ese momento cuando dicen la verdad, sería una de las causas por las que ahora quienes juzgan no se conforman sólo con la credibilidad de las víctimas.

Son conocidos los casos de las arrepentidas presuntas víctimas de Neuquén y San Martín de Los Andes, pero también se conocen muchos casos en que las víctimas retiran las denuncias porque el abusador es el único sostén de la familia.

En las últimas semanas, en esta ciudad, resultaron beneficiados por la nueva actitud de fiscales y jueces una mujer acusada de prostituir a su hija, un hombre acusado de abusar de su sobrina y otro de su nieta, otro a quien juzgaron por la violación de un discapacitado, y el propietario de un ciber que llegó a juicio como sospechoso de haber violado a una joven clienta.

En todos los casos, las víctimas resultaron creíbles para los psicólogos que las atendieron y para los jueces que instruyeron las causas. Tanto es así que los acusados permanecieron detenidos hasta el momento del juicio, pero los encargados de juzgar en el debate adujeron que lo que les impidió sostener la acusación fue la ausencia de una prueba complementaria a los dichos de la víctima, requisito inexistente en decenas de condenas impuestas en los últimos años por los tribunales locales.

Hasta hace algunos meses, cuatro de cada cinco causas que llegaban a juicio por delitos sexuales terminaban en condena, porque la declaración de las víctimas era considerada prueba fundamental en esa etapa del proceso, donde ya había superado el análisis psicológico sobre fabulación o confabulación.

También en Bariloche se registraron casos en que las presuntas víctimas, antes o después de la condena, reconocen que mintieron, alentadas por terceras personas o por intereses particulares en contra del denunciado. Sin embargo, el fiscal y los jueces sostuvieron el reproche cuando los hechos ocurrieron en el ámbito doméstico, porque saben qué tipo de presiones puede sufrir la víctima cuando continúa conviviendo con familiares del acusado.

Casi siempre, los acusados por abusos sexuales apelan a sus buenos antecedentes personales y tratan de poner en duda el testimonio de las víctimas. Argumentan que los chicos "inventaron" el suceso para perjudicarlos, porque "me tienen bronca", "no aceptan que les ponga límites", "son cosas que ven en la televisión", o "se confabularon con su mamá para acusarme".

Cuando los especialistas sospechan que la víctima ha generado un discurso abstruso -oscuro o difícil de comprender-, los interrogatorios y el análisis exceden el simple relato. "Un chico puede hablar de cosas que no vive o no conoce, como un beso en la boca o una relación bucogenital, pero no puede definir sensaciones si no las experimentó, o hablar de las poluciones resultantes de una relación sexual. Hay cosas que no pueden inventar las criaturas", explicó el psicólogo forense Oscar Benítez.