Para Rudy, mi hermano, mi amigo.
A diferencia de la hermandad, que viene dada, la amistad es desde el inicio una construcción. Usted puede tener hermanos amigos, o sólo hermanos. La amistad tiene cierto aire de pacto.
Puede empezar con "este tipo me cae bien, este grupo es bárbaro" y luego diluirse en las presencias neblinosas de los aniversarios o los encuentros laborales.
También se ha dado que una diga "esta mina es insoportable, este grupo es un fiasco" y una actitud aquí, una gauchada allá, mía, de usted, empieza a tomar el aire de una danza caleidoscópica, interminable, de posibilidades y oportunidades que no serían tales si no fuera por ese plus: la voluntad de construir algo.
Esta es una estructura para nada rígida, ni siquiera quizás usted la reconozca como tal, salvo ¡salvo! cuando supera el verbo más ilusorio y dañino del idioma, el potencial "podría ir a visitar a... tendría que darle una mano con..."
Y va, y actúa, y cuenta, y matea, y acompaña y discute y es posible incluso que al irse sienta un alivio en el alma, algo así como "menos mal que vine, menos mal que le hice ese correo, justo cuando le estaba pasando eso...".
Sí, la vida, nuestra vida, está llena de esta danza caótica de voluntad y azar.
Y como es así la mezcla, así la construcción, una probable amistad nunca lo será, o una vieja amistad se desvanecerá.
Hasta no hace mucho tiempo creía firmemente, corroborada por la experiencia bien que fe y experiencia se supone son antagónicas creía, le contaba, que con algunas (pocas) amistades, aunque pasara mucho tiempo, los puentes permanecían intactos.
La fuerza de las vivencias compartidas resistía las nuevas vivencias, las ausencias que cada cual había tenido por separado.
Bien (para mi mal): no es así. Hace poco tuve un encuentro con amigos y amigas con las cuales, en los más que significativos en clave de vivencias años de cárcel y persecuciones de la dictadura, había anudado una sólida relación, sin mucha construcción contemporánea.
Fue triste comprobar que las palabras y las actitudes se habían vaciado de algo, algo precioso e inasible...
Por eso, porque la amistad es una construcción, también es una deconstrucción, y me parece más pertinente que "destrucción" porque es algo que ocurre de a poco: deterioro de tal o cual veta común, caída de esa columna roída por palabras ácidas tiradas al viento del chisme...
Esta es una opinión discutible, de tal forma que como dice una buena amiga, "si pasa eso, es que nunca fue amistad".
Junto con el cambio de calendario, también noto que va cambiando esta forma terminante de rotular.
Esta característica cambiante, fugaz, del tiempo que nos toca protagonizar, quizás tenga algo que ver.
Razón de más para no descuidar la construcción, ¿no le parece?
Porque después, cuando un amigo se va, como dice la canción, no sólo queda un espacio vacío: el letal verbo potencial se cobra su precio y una siente que queda una ausencia abismal, hija de la muerte y de esos pequeños vacíos, los que necesitaban un gesto de voluntad, esa hermana oculta del amor.
Así que mi amigo, mi amiga, no importa que el "Día del amigo" sea un invento comercial o parte de la propaganda del alunizaje (¿hubo alguna vez alunizaje?).
Construya.
MARIA EMILIA SALTO
bebasalto@hotmail.com
