Martes 10 de Julio de 2007 Edicion impresa pag. 28 y 29 > Sociedad
No cambiar lana por yerba
Es fundamental saber qué calidad se vende

Bien podría decirse que es casi un trabajo artesanal, ahora tecnificado, pero artesanal porque depende de la mano sabia del que esquila. La clave es la calidad, no la rapidez, aunque el esquilador cobre su día por la cantidad de ovejas que pasaron por sus manos.

Es un trabajo agotador, pero pleno de secretos, porque desde que la oveja llega a sus manos, hasta que la libera, es un contacto sin pausa. Y los secretos de los viejos esquiladores se dicen en voz alta. No lastimar, no dañar el prepucio en los machos ni las ubres en las hembras, no inutilizar una madre que lastimada no podrá amamantar a sus corderos.

La idea general es enseñar a esquilar para que el productor consiga calidad porque con calidad dejará de cambiar su lana por harina, grasa y alpargatas y obtendrá lo que realmente vale.

No más negocios a ojo, nada sugerido, cobrará por su lana lo que dicen los análisis reconocidos. Un micrón de diferencia (el espesor del pelo) puede significar varios centavos más o menos por su lana. Por eso es necesario saber qué calidad está vendiendo. Ahora el productor sabe lo que vende.

El escenario de la capacitación es el campo La Posta, en El Cuy, donde se levantan galpones, hay un área para esquila y un ámbito muy amplio para las tareas que exige el Prolana.

El plan es nacional, pero en Río Negro es la cartera de Producción quien la pone en marcha. Este establecimiento agropecuario que se plantea como unidad demostrativa y experimental es propiedad de la provincia de Río Negro y es administrado por el ingeniero Raúl Fernández y Víctor Hugo Sede.

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