El papa Benedicto XVI comenzó ayer sus vacaciones en la región italiana de los Dolomitas, mientras Roma bulle en torno al debate sobre la restauración de la tradicional misa tridentina.

El octogenario pontífice embarcó ayer a la mañana en un jet privado en el aeropuerto romano de Ciampino rumbo a Treviso, donde aterrizó poco después, informaron los medios italianos. Benedicto planea quedarse en Lorenzago di Cadore, en la región de Veneto, hasta el 27 de julio. El resto de sus vacaciones estivales las pasará en su residencia de Castel Gandolfo, en las colinas del sur de Roma.

"El aire de montaña me hará bien, y podré dedicarme a mis pensamientos y oraciones", dijo el domingo ante los fieles que se congregaron para la oración del Angelus en la Plaza de San Pedro. Aunque el Papa no lo haya dicho, los expertos creen que esos pensamientos versarán sobre las reacciones de grupos judíos y liberales a su decisión de recuperar la liturgia en latín. El rito, que quedó obsoleto cuando el Concilio Vaticano II lo reemplazó por una versión más moderna en los años 60, ha sido criticado por grupos judíos ya que los oficios del Viernes Santo llaman a la conversión de este grupo al cristianismo.

La judía Liga Antidifamación, en Nueva York, calificó la iniciativa del Papa de "duro golpe para las relaciones entre católicos y judíos". "Estamos profundamente decepcionados y ofendidos, porque casi 40 años después de que el Vaticano retirara debidamente el lenguaje ofensivo y antijudío de la misa de Viernes Santo, ahora se permitirá a los católicos utilizar esas hirientes y despectivas palabras para rezar por la conversión de los judíos", dijo Abraham H. Foxman.

Ante estas declaraciones, el Vaticano puntualizó que Benedicto ya había indicado la erradicación del pasaje ofensivo y alegó que la propuesta tiene como objetivo principal "la reconciliación dentro de la Iglesia". (AP)