Ahora resulta que Juan Román Riquelme sabe jugar. También, que puede conducir un equipo y convertir goles. Ahora resulta que es indispensable.

Hace precisamente un año, todos querían verlo fuera. Hartaron sus caprichos, sus exigencias, sus lentitudes... Pero resulta que sólo un año después, Juan Román Riquelme califica con un '10' en el boletín de calificaciones de todos los diarios.

Dicen que "este" Riquelme es el indiscutible, como si en él convivieran 'otros' Romanes. Ocurre que siempre es el mismo. Ocurre que no es ni será (como) Maradona, -tampoco Messi, hay que aclararlo en tiempos de comparaciones desmesuradas- pero aun así, Román (y Messi) contienen en sus genéticas altas dosis de genialidades futbolísticas como para sorprendernos una y otra vez.

Hablan de un Román conflictivo, que juega demasiadas pelotas y que cuando no, suele retenerlas demasiado tiempo debajo de la suela de su botín. Ese no gusta. Pero cuando aparece el Román sonriente, que juega para adelante y patea al arco, este sí gusta. El problema es que esto y el "otro" son el mismo. Habrá a quienes nunca les guste cómo juega Román. Y estará bien. No se trata de que le guste a todos.

Para cierto 'gataflorismo' deportivo, el retorno de JR a la selección fue el mejor argumento que podrían tener. Es cierto, llevó a Boca a ganar su sexta copa Libertadores, pero en Europa no para de fracasar, dicen... Sí, es un crack, pero de cabotaje, en la selección no sabe jugar, no se cansan de repetir...

Riquelme es el mismo en Boca que en el Barcelona, con Bianchi que con Pellegrini, en el Mundial que en la Copa América, porque a Riquelme lo siguen haciendo feliz las mismas cosas. No cambió él, cambiaron ciertas condiciones futbolísticas que la hacen sentir mejor. Messi reconoció que Basile le daba libertad para jugar. Parece que no es al único...

JUAN MOCCIARO

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