BUENOS AIRES (Télam).- El segundo tomo de las obras del dramaturgo y director Javier Daulte, uno de los teatristas argentinos cuya producción ha tenido mayor repercusión internacional, al punto de compartir sus actividades como director entre Argentina y España, llegó a librerías.

El libro recientemente salido a la venta y editado por Corregidor incluye las obras "Gore", "Fuera de cuadro", "Bésame mucho", "¿Estás ahí?" y "Nunca estuviste tan adorable", además de un estudio preliminar de María Florencia Heredia.

Al tratar de explicar los motivos de su éxito en España, particularmente en Barcelona, Daulte considera que posiblemente "advirtieron una visión renovada, una posibilidad de hacer teatro sin solemnidad y sin frivolidad al mismo tiempo. Es un teatro para cualquiera, lejos del mal entendido 'teatro popular' aunque sea un teatro para todo público".

"No es algo que se puede clasificar de manera demasiado contundente -comentó a Télam refiriéndose a su dramaturgia-, por eso mis obras pueden darse en teatros chiquitos o en salas grandes".

Sin duda este traslado a diferentes ámbitos o la representación de una misma obra por actores de distinta nacionalidad sugiere cambios sustanciales en el significado del texto. "En principio hay una adecuación artística de un proyecto con un tipo de sala y también con un tipo de público, según se presente en Buenos Aires, Barcelona o Madrid -señaló-. Pero luego siempre hay posibilidades de adaptación, eso depende de la puesta y del texto".

Daulte planteó un ejemplo de adaptación con la obra de Arthur Miller, "Panorama desde el puente", que como todo clásico parece nacido para presentarse en salas grandes. "Yo me pregunto si no sería mejor que se diera en la sala Cunill Cabanellas, la más pequeña de las del Teatro San Martín", se interrogó el director.

Dicha traslación sería pasar la obra de su zona épica a una más intimista. "Equivaldría a una adaptación del texto sin tocar una letra. Significa llevar a primer plano las cosas que están en segundo y a la inversa, algo se modifica", subrayó.

"Yo creo que todo es adaptable o trasladable -acotó-, lo que hay que tener en cuenta es que la obra se transforma sin cambiar una letra porque si cambia la relación escenario-público, cambia la obra". "El tipo de sala, la época en que se hace y hasta el precio de la entrada, todo hace dramaturgia -aseguró-. Ser consciente de esto permite jugar con esos elementos y volverlos a favor, como códigos de la puesta".

En ese sentido, Pier Paolo Pasolini declaró que "no quiero que al teatro vayan a ver mis espectáculos ni estudiantes ni obreros porque a ellos no tengo nada que decirles, a las que les tengo que decirles es a las señoras con tapado de visón, por eso la entrada tiene que ser muy cara".

En opinión de Daulte un espectáculo es algo que queda entramado en una red social. Reacio a todo rótulo que encasille las posibilidades creativas de un artista, el autor de "Gore" sostiene que no tiene ideas esteticistas, "le doy enorme importancia al relato, creo que la gran dificultad es contar una historia".

"Todos los sistemas y las fórmulas bien venidas sean, pero no son más que herramientas y sólo con herramientas no se construye ninguna casa. Contar bien una buena historia es la búsqueda permanente", afirmó.

Ratificando esta opinión agregó: "La clave es contar una historia con mucho disfrute, porque si el objetivo no es el goce el teatro se va a volver un instrumento de algo, de alguna ideología o de alguna posición determinada y yo creo que el teatro no es un instrumento sino un hecho en sí mismo".

En realidad el propósito declarado de Daulte es nada menos que ser feliz y está convencido de que si uno lo pasa bien haciendo lo que hace, también lo va a pasar bien quien después vea el resultado.

"Lo que pasa es que en un mundo que está lleno de injusticias, donde hace falta tanto trabajo para que las cosas mejoren en tantos aspectos, da mucho pudor decir que en el trabajo uno busca el goce", reflexionó.

Finalmente, afirmó que "el goce en el trabajo se produce por el ejercicio de la libertad. Me parece que es hora de perder la ingenuidad de creer que los contenidos de las obras son los que van a hacer más sutil o menos sutil al teatro. Eso es un error porque con ese criterio las obras de Beckett sería mejor no hacerlas".