En lo que va del año al menos seis personas murieron por el monóxido de carbono en la región, tres en la Neuquén. Se suman a las 27 fallecidas en esa provincia por la misma causa en los últimos nueve años durante los meses con temperaturas más bajas. Como la mayoría perdió la conciencia mientras dormía, pocas alcanzaron a tener atención médica. El promedio de edad de los fallecidos ronda los 34 años, aunque el segmento es amplio y abarca desde niños de un año a ancianos de 81.

Los especialistas hablan de que hay que apagar la estufa de querosén, la hornalla y/o el horno de la cocina, los braseros, salamandras y calentadores antes de acostarse, por más frío que haga para no correr riesgos, y prestar mucha atención a los calefactores y calefones que manchan de negro la pared pues esto es indicio de mala combustión y de presencia del gas letal.

Ni hablar de calefones instalados en baños o con tirajes inadecuados por el peligro de mal funcionamiento. Es que los síntomas iniciales de este tipo de intoxicación dolor de cabeza, irritación en ojos y nariz, náuseas, palpita

ciones y falta de fuerzas pueden ser confundidos con un cuadro gripal, ocasionar desmayos y la muerte si permanecen en el ambiente contaminado.

La intoxicación por monóxido de carbono se produce porque este gas se combina con la sangre mucho más fácilmente que el oxígeno, de modo que los ambientes calefaccionados deben estar siempre muy ventilados.

"Estamos hablando, en lo posible, de no usar sistemas de calefacción precarios, pero en caso de prenderlos tener siempre una ventana abierta o una corriente de aire dentro de la casa... aunque si hacemos esto por qué no apagarlos durante la noche", dice el médico Guillermo de Hoyos, coordinador del programa de Prevención y Control del Trauma del sistema público de Salud.

Este gas es particularmente peligroso cuando las personas duermen porque no pueden reaccionar para levantarse debido a la falta de oxígeno en los tejidos y en el sistema nervioso, explica.

De Hoyos está especialmente preocupado e insiste en la adopción de medidas preventivas, porque en julio y agosto los fríos son intensos y suelen darse la mayor cantidad de casos de intoxicación por monóxido. "Con el frío, cada uno recurre a lo que puede", lamenta.

Los más vulnerables al monóxido de carbono son los niños, ancianos, embarazadas y personas con anemia crónica, porque requieren mayores aportes de oxígeno. (AN)