Domingo 24 de Junio de 2007 Edicion impresa pag. 36 > Sociedad
CURIOSIDADES PATAGÓNICAS: La Maragata y La Buena Vista, según apuntes de 1902

Panorama tras el puente. "Me alojo en la fonda De la Buena Vista de Celestino Dall'Anna que por rara casualidad responde a su calificativo". Lo escribió el Dr. Gabriel Carrasco el 7 de enero de 1902 para ponderar la estampa del río Neuquén en la Confluencia y el albergue donde saboreó lo que dijo ser truchas pero eran percas. Estaba "a cien metros" del flamante puente ferroviario en la orilla sur. Carrasco, que permaneció cuatro días en ese vértice del territorio neuquino de paso hacia la capital Chos Malal, era un funcionario comisionado para elaborar un informe sobre el gobierno territorial en su carácter de inspector de la sección segunda del Ministerio del Interior. Para los compiladores biográficos, era "escritor y político que ejerció cargos públicos" nacido en Rosario en 1854 y, prematuramente, fallecido en 1908, justo en el año en que el presidente José Figueroa Alcorta decretó la vigencia desde el 1 de julio del Código de Policía para los Territorios Nacionales que Carrasco había elaborado. Tampoco vivió para constatar la unificación horaria por la que hizo propuestas y circulares a los gobernadores a fines de siglo XIX, pero fue elogiado en vida como el gran estadígrafo argentino que dirigió el censo santafesino de 1886 y el nacional de 1895. Para cuando estaba en La Confluencia, ya era miembro de la Academia Nacional de la Historia y entre sus libros se pondera sus "Cartas de Viaje". En 1889 había recorrido el litoral, y al años siguiente Mendoza y Chile.

La Confluencia, según Carrasco. A partir de las fotos en La Confluencia del italiano Antonio Pozzo (fotógrafo de la expedición de Roca, asistido por un tal Bracco), además de las semblanzas sobre es mismo punto geográfico que escribió el general Ignacio Fotheringham y las del periodista Remigio Luppo todo en 1779, pasando por otros apuntes, como los del coronel Olascoaga, o por las pinceladas de algún cuadro de Albarracín de 1881, el estratégico lugar cobró importancia. Se multiplicó desde 1899 cuando las vías del FC Sud alcanzaron la margen norte del río Neuquén.

La aldea de Estación Neuquén. Según las memorias de Gabriel Carrasco sobre su viaje al Neuquén de principios de 1902, recorrió la pequeña aldea donde nacería la capital definitiva del territorio y sus alrededores "en buenos caballos" con su compañero de viaje (un tal Rossi) y guiados por Carlos Alvarez Rodríguez y otros dos empleados de la gobernación (Infante y Roca), tres funcionarios que habían llegado de Chos Malal para recibirlo. Visitó la comisaría de palo y barro con un estante donde se apoyaba el armamento y el juzgado de paz a cargo de Pascual Claros, dos ranchos donde por lo menos había varias sillas y una mesa donde Carrasco revisó los libros del Registros Civil, atento a su afición por las estadísticas. Descubrió que durante 1901 se registraron 37 nacimientos y sólo 9 defunciones y aunque no había médico, el dato demográfico lo llevó a aconsejar a los galenos que "ni se acerquen por aquí". Cuando dejó el juzgado se corrió hasta el cercano comercio "La Maragata de Fernández y Carro... donde hay de todo" y era fonda y apeadero para carruajes y animales. También era "café y club", se alquilaban caballos, mulas y carros de viaje y funcionaba como "agencia de encomiendas".

Movimiento y escasez. Las memorias de Carrasco son una estampa de lo que era la futura capital de Neuquén a principios de 1902. Describió el movimiento y señaló una carencia en tierra de hombres solos: "Trabajadores del riel, troperos, estancieros que van y vienen de sus propiedades, artesanos que preparan los convoyes para el interior, algunos comerciantes que surten de productos de consumo a los que se dirigen a las lejanías del oeste; pocas mujeres...".

Hospitalario Miguel Muñoz. Gabriel Carrasco debía partir a Chos Malal desde el poblado de entonces desactivada estación Limay (Cipolletti). Cruzó el puente y se hospedó en lo del principal comerciante lugareño, Miguel Muñoz, donde pasó la calurosa noche del 8 de enero de 1902.

 

FRANCISCO N. JUAREZ

fnjuarez@sion.com  

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